Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Buenas noticias para los inversores

El susto por el temblor político brasileño quedó atrás, al menos momentáneamente. El dólar se movió menos de 5% y sobre fines de la semana ya el tipo de cambio mayorista retrocedía nuevamente a los 16 pesos. Además, los activos financieros mantuvieron su sendero alcista y las acciones tocaron nuevos máximos históricos.

Se trató de una prueba que superó sin mayores sobresaltos el Banco Central, donde ponderan los beneficios de contar con un tipo de cambio flotante. La depreciación del peso argentino no hizo otra cosa que amortiguar el shock generado por la suba del tipo de cambio en Brasil. De hecho, el tipo de cambio multilateral de la Argentina (es decir la cotización versus una canasta de monedas) quedó prácticamente inalterada en relación a dos semanas atrás.

“El objetivo es que con el tiempo el tipo de cambio pueda tener su dinámica sin que eso impacte en la inflación o el tipo de actividad”, explica uno de los economistas que trabaja en Jefatura de Gabinete, donde realizan una tarea de coordinación cada vez más estrecha con el resto de los ministerios. Pero por ahora el dólar sigue siendo la única gran referencia para todo el mundo. Por eso, aún cuando se precise un tipo de cambio más alto el movimiento debe ser gradual para evitar un impacto en la inflación fuera de los cálculos.

Para los inversores que siguen apostando por la recuperación de la Argentina resultó una buena noticia la capacidad de la economía de absorber este tipo de impactos. Ya había sucedió al producirse el Brexit en agosto pasado y luego de la victoria de Donald Trump en noviembre. En aquellos episodios, el dólar subió 10% y 5% respectivamente, aunque el impacto duró poco. Y ahora se repitió algo parecido.

Para los mercados, la Argentina sigue siendo una gran apuesta y la confianza respecto al rumbo elegido por Mauricio Macri se mantiene intacta. Y hay algunas noticias positivas por delante que ayudarán para que esa percepción perdure.

El mes que viene se confirmará que la Argentina regresa al “club de los emergentes”. En la práctica significa que una gran cantidad de fondos de inversión quedarán habilitados a comprar acciones argentinas, algo que hasta ahora no podían hacer porque se consideraba un país “fronterizo”, o sea mucho más riesgoso. Si bien el cambio de categoría entraría en efecto recién en mayo de 2018, los efectos comenzarán a sentirse mucho antes.

La baja del riesgo país en los últimos meses ha sido elocuente en relación al apetito que existe entre los inversores por activos argentinos. En la práctica significa una reducción de la tasa de interés que debe pagar la Argentina a la hora de financiarse en los mercados. El objetivo del ministro de Finanzas, Luis Caputo, es que esa mejora se refleje también en un menor costo de financiamiento para las empresas y el público que sólo pueden conseguir fondos en el mercado local.

La marcha de la economía también empezará a generar datos más positivos que ayudarán para mantener la “luna de miel” que se viene prolongando desde que Mauricio Macri ganó las elecciones en el ballotage de noviembre de 2015. El primer trimestre ya arrojó una mejora tenue pero mejora al fin de la actividad (0,6% en relación al mismo período del año anterior), pero será mucho más contundente a partir de ahora.

Por efecto de la cosecha, la obra pública y la venta de bienes durables (como autos) e inmuebles, esta mejoría se irá consolidando en los próximos meses. Para los inversores extranjeros será, indudablemente, la prueba más sólida respecto al resultado que empiezan a mostrar las políticas adoptadas por el Gobierno de Macri.

La percepción interna, claro, no es la misma que la de los extranjeros. Y aún cuando la economía muestre un rebote cercano al 5% hacia el tercer trimestre, la sensación es que el sueldo no alcanza y que cuesta demasiado incluso recuperar el poder adquisitivo que se perdió en 2016, por culpa de la elevada inflación y la devaluación.

Para el gobierno, sin embargo, es clave mantener el clima positivo con los inversores, aún cuando el consumo interno no termine de despegar. Sucede que el financiamiento en los mercados sigue siendo una pieza clave en el programa oficial para mantener el gradualismo del ajuste. Además, no es lo mismo financiarse a tasas del 8 ó 9% anual como sucedía en el pasado que hacerlo a niveles de 6% como ahora. Incluso es cada vez más exitoso el programa de Letes en dólares, que le permite al Tesoro financiarse al 2,5% anual en promedio para plazos cortos. El déficit fiscal preocupa, pero se mantiene en un segundo plano, ante la promesa del Gobierno de reducir el rojo fiscal en los próximos años.

Pero lo que finalmente inclinará la balanza en relación al apoyo de la inversión será el resultado de las elecciones legislativas. Mientras siga sobrevolando el “fantasma” de una vuelta al viejo régimen, será difícil que lleguen inversiones de largo plazo. En su reciente aparición televisiva, la ex presidenta habló de revisar la deuda y de dar marcha atrás con los aumentos tarifarios. Ese sería otro giro de 180 grados.