Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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5 historias y varias anécdotas en las mesas de votación

Lucas, Sandra, Jorge, Brenda y Pablo contaron sus experiencias.
Fotos: Facundo Morales y Archivo-La Nueva.

   13 boletas, 728 mesas, 176.170 votos válidos —167.248 afirmativos y 8.922 en blanco—, 2.445 votos nulos, 173 votos impugnados y 65.707 abstenciones.

   Estos son solo algunos de los números que dejaron las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en el partido de Bahía Blanca, donde se impuso Cambiemos por amplia diferencia.

   Pero no solo hubo números. Las PASO también dejaron un montón de historias y anécdotas en las escuelas que abrieron sus puertas para votar: como el mapa que apareció dentro de un sobre o los fiscales que estaban apurados y se fueron antes de que termine el escrutinio.

   Lucas, Sandra y Jorge, que fueron autoridades de mesa, y Pablo y Brenda, que colaboraron como fiscales, contaron sus experiencias.

   Lucas Durán tiene 25 años y no tuvo tiempo para pensarlo: el domingo a la mañana fue a votar al Instituto Regional del Sur —Güemes 231— y como el presidente de mesa no estaba le pidieron que se quede.

   El destino lo había marcado: Lucas era el segundo de la fila pero la chica que estaba antes se había confundido de escuela, entonces quedó él.

   —Arrancamos a las 10:30 pasadas, con una larga fila. Por suerte, dada la experiencia que tenía en elecciones universitarias, me adapté rápido a la situación y trabajamos rápido para atenuar la espera —dijo.

   Lucas estuvo más de 12 horas en el instituto: entró a las 9 y salió alrededor de las 21:30. Y admitió que no le gustaría repetir esa situación porque fue una experiencia agotadora.

   —Solo cumplí con la obligación que tenía —cerró el presidente de la mesa donde Cambiemos ganó por más de la mitad de los votos.

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   Sandra Pérez tiene 56 años, es docente y fue presidenta de mesa en la escuela Nº 6, de Caronti 54.

   El domingo se despertó muy temprano y llegó a la escuela a las 6:45: solo estaban los encargados de seguridad y aprovechó para acomodar el cuarto oscuro.

   Sin embargo su mesa —en la que también ganó Cambiemos y siguió Unidad Ciudadana— abrió más de media hora tarde porque faltaban otros presidentes y se decidió esperar para arrancar todos juntos.

   Pero lo peor estuvo al final.

   —Contar votos lleva mucho tiempo y esto lo tienen que saber los fiscales porque cuando llega una hora determinada se quieren ir, pero en realidad tienen que firmar como parte de los que estuvieron en el escrutinio.

   Sandra, que terminó con dos fiscales porque el resto se fue antes, señaló que es importante tener paciencia porque es un proceso complejo y “para hacerlo a conciencia lleva mucho tiempo”: hay cortes de boleta, internas de partidos y recuento para evitar errores en los números finales.

   Pero más allá de los contratiempos, le gustó participar.

   —A mí no me molesta , al contrario. He visto gratamente cómo mucha gente mayor votó, gente con dificultad, gente joven, es una muestra de civismo importante.

   Y también hay una compensación económica: según la Cámara Nacional Electoral las autoridades de mesa que participen de las dos votaciones —la del domingo y las legislativas de octubre— y hagan las capacitaciones correspondientes recibirán en total 2.100 pesos.

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   —En un sobre encontramos un mapa escolar, no me acuerdo si era de América —contó Jorge Morresi (52), el exentrenador de básquetbol que el domingo fue autoridad de mesa suplente en la escuela secundaria Nº 10 del barrio Patagonia.

   Jorge, que es profesor de Educación Física y ya había participado de las elecciones como autoridad, dijo que ese mapa fue lo único curioso que vio en el cuarto oscuro al momento del conteo.

   Y a él tampoco le molestó participar.

   —Siempre lo hago con buena voluntad, no me cuesta nada, lo hago con ganas —aseguró el hombre que recibió almuerzo por dos: el que le preparó su señora y el que envió la Junta Electoral para las autoridades de mesa, que consistía en alimentos secos y un jugo.

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   Brenda Ghiberti tiene 25 años y fue fiscal por el partido Unidad Ciudadana lista 4. No cobró por hacerlo: fue porque tenía ganas de ayudar.

   Estuvo 13 horas en el colegio San Francisco de Asís —Godoy Cruz 455— y vio de todo: desde un chico que fue a pedir que dejaran pasar a una embarazada que estaba en la fila y las autoridades no podían ver, hasta gente que “se colaba o apuraba” incluso a gente con dificultades físicas.

   Su fiscal general le llevó el desayuno y el almuerzo. Y también hubo mate, menos en el final, donde el conteo de votos despertó el caos.

   —Se puso movido, tuvimos alguna que otra complicación por lo que hicimos un recuento para que no hubiera fallas, eso nos llevó a terminar tarde —explicó.

   Pero volvería a repetir la experiencia.

   —Me gustó aportar de algún modo, aunque fuera una acción muy pequeña de lo que conformaron las PASO a nivel país. Sentí que además de ayudar al partido al que representaba también colaboré con este proceso democrático.

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   Pablo tiene 22 años, su apellido es González Amigo y en estas elecciones le hizo honor a su apellido: fue porque le pareció interesante, pero también para ayudar a un amigo.

   Fue fiscal por el partido Cumplir en la escuela Nº 26 —avenida Alem y Sesquicentenario—, donde vio pocas cosas raras: un cartel que decía “cien” y pegaron en el cuarto oscuro —vaya a saber uno con qué significado— y un hombre que tuvo que recorrer casi toda la ciudad porque le habían cambiado la sede de votación.

   Pablo contó que en su mesa se impuso Cambiemos y que le gustaría volver a participar, tal vez como presidente de mesa.

   Esta experiencia, como las cuatro anteriores, forman parte de las historias y anécdotas que dejaron las PASO del domingo, como la mujer que quería votar a Carrió y no podían convencer, la señora que llevó la tarjeta de crédito en vez de su DNI o la persona que orinó una de las paredes de la escuela 75.