Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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Daub y von Braun

Escribe Mario Minervino

Hace 54 años, en octubre de 1963, se encontraron, para hablar de cohetería, el ingeniero Walter Daub -quien trabajaba en experimentos sobre el tema en nuestra ciudad- y el alemán, nacionalizado norteamericano, Werner von Braun, máxima autoridad de la NASA.

Ambos eran nativos de Alemania. Daub llegó siendo niño a nuestro país, y a sus 42 años de edad era un destacado profesional en su especialidad. Ejercía la docencia en los departamentos de Física, Química y Matemática de la UNS y su gran pasión era la cohetería.

Diseñaba sus propios cohetes, alimentados con combustibles de su invención. Con sus pruebas había logrado resultados sorprendentes ante a su la limitación de recursos.

Von Braun visitó la Argentina en 1953. A sus 51 años era poco menos que una leyenda. Creador de los cohetes que Adolfo Hitler utilizó para las bombas volantes V-2 (primeros misiles de la historia), se había rendido en 1945 a las fuerzas aliadas. En 1950 era jefe del departamento balístico del Ejército estadounidense, para convertirse, en 1960, en director de la NASA.

Daub y von Braun coincidieron en Buenos Aires para hablar sobre sus trabajos. Daub le planteó algunas situaciones acerca de sus modelos de cohetes y, en pocos minutos, von Braun le sugirió mejorar algunos detalles del diseño.

“El difusor, por caso, debía tener forma hiperbólica y no recta”, explicó Daub. Meses después, en agosto de 1964, Daub lanzó con éxito dos nuevos cohetes en terrenos ubicados detrás del barrio Palihue. “Es el vehículo del futuro, el que nos permitirá llegar a la Luna...”, señaló entonces.

Ambos fallecieron en 1977, con pocos meses de diferencia.

Para esa época, sus presagios eran realidad: la cohetería había puesto satélites en el espacio y había permitido al hombre caminar por la Luna.