Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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Capocha se ríe, la vida tiene sentido

Lucas es un ejemplo de superación y entrega. Que no ha hecho de su dolencia una enfermedad ni ha dramatizado su vida.

Una nota publicada en la edición del pasado domingo dio a conocer la historia y la vida de Lucas Alaniz, “Capocha” para sus decenas de amigos y allegados que cada día lo tratan y lo acompañan en sus diversas actividades.

Lucas es bahiense. Nació hace 24 años con una de las consideradas “enfermedades raras”: el síndrome Mc Cune Albright, una alteración genética que afecta a los huesos y a la piel, generando cambios hormonales y huesos de altísima fragilidad.

Lucas se maneja en silla de ruedas y ocupa sus días de una actividad intensa para cualquier persona. Por un lado cursa dos carreras: Administración de empresas, en la UNS, y periodismo en el Instituto Superior de Ciencias de la Comunicación Social. Por otro, realiza una pasantía en la empresa Dow.

Fanático del rugby, sigue todos los partidos del club Argentino, donde juega su hermano Tomás, tiene un programa de una FM y desarrolla otras actividades. Todo acompañado de una postura positiva y entusiasta, acompañado de su familia, de sus amigos y compañeros.

En las últimas horas ha sido reconocido por El JCI TOYP (Ten Outstanding Young Persons), programa de la Cámara Junior Internacional -entidad activa en 117 países- que lo entrega en reconocimiento a diez personas, de entre 18 y 40 años, que se destacan por su excelencia en sus campos de trabajo, por sus logros, por su labor comunitaria.

Conocida la novedad, Capocha celebró con un asado familiar. Sus familiares leyeron entonces el documento dando cuenta de las razones del reconocimiento. La lectura no fue simple: cuatro veces debieron cambiar de lector debido a la emoción. Para Lucas fue sorprendente advertir que veían en él cosas que, en lo personal, no considera especiales.

Lucas es un ejemplo de superación y entrega. Que no ha hecho de su dolencia una enfermedad ni ha dramatizado su vida.

Una vez muchos se conmovieron por una foto donde se lo veía con su silla junto a los jugadores de rugby.

Sin embargo, uno de sus amigos señaló no encontrar nada llamativo en el hecho: “Es capocha con la M17”, mencionó.

La historia de Lucas, a la cual este diario dedicó dos páginas, abrió una ventana a un mundo diferente, a una postura y a una decisión que, pese a que Capocha no lo sepa, es un signo de paz y superación.