Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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Un testimonio redentor

Escribe Miguel Angel Asad

Mientras la marea informativa engolosina al común de la gente, que felizmente termina por desoír. Mientras le cuesta abrirse paso a la verdad respecto de la supuesta desaparición forzada de Santiago Andres Maldonado. Mientras los espías de un lado y las aves de carroña del otro ayudan a fogonear las conciencias facilitando una platea en uno u otro bando. Mientras la política -exarquitecta de la realidad- se mimetiza en un arte taurino que, esquivo, posterga le adjudiquen un muerto. Mientras Inglaterra refriega sus manos piratas detrás del promocionado conflicto -varado en un punto de no retorno- que azota el destino incierto de la Patagonia. Mientras el “doble agente”-jubilado de la automotriz-desde bambalinas maneja los hilos que proporciona Bristol y financia Rockefeller, fiel a su estrategia de agente del M 16. Mientras somos destinatarios de una guerra de baja intensidad porque tenemos la maldita suerte de tener recursos.Mientras despunta como carga crítica poseer litio, Vaca Muerta, agua potable, uranio, petróleo, gas, socavones en la cordillera para la sobrevivencia de la raza elegida: suerte perra que no tendríamos si fuéramos una Isla del Caribe. Mientras no hemos cerrado heridas en profundidad -caos- porque no ha habido ley pareja para todos los genocidas de ambos bandos de lesa humanidad. Mientras se cumple el viejo refrán yiddish: “Para el gusano que habita en el rábano,todo el mundo es un rábano”.

Mientras,nos convencieron de que no hubo dos demonios. Mientras los que ayer zafaron con una amnistía hoy aparecen como impolutos jueces procesistas, legisladores ponebombas, ministros transportistas de reservas metálicas hacia las metrópolis of shore, periodistas “alpargatas” que sirvieron para la derecha como para la izquierda, empresarios que pactaban con los mafiosos.

Entonces, me empujé raudamente a buscar oxígeno en el testimonio redentor de alguien en nuestra historia reciente. Lo encontré en el Barrio de Gonet, de la Ciudad de La Plata. En un predio de 53 hectáreas, donde se encuentra el parque conocido como la República de los Niños. Fue creado para enseñarles como es el funcionamiento de las instituciones de una república democrática. Imitando en una escala menor a la normal de muchos de los edificios en donde funcionan las instituciones: legislatura, tribunales,casa de gobierno, palacio de cultura, capilla, cuartel de bomberos, policía, ejército, etc. Contaba ademas de un lago con un barco. Un aeropuerto con Aduana. Fue ideado -bajo supervisión de Evita- por los arquitectos Lima, Cuenca y Gallo, quienes se inspiraron en los cuentos de Andersen (“El patito feo”, “La Sirenita”); de los hermanos Grimm (“Blancanieves”, “La cenicienta”) y en las leyendas narradas por Tennyson y Mallory para planificar y construir todas las edificaciones de estilos medievales, europeos e islámicos. La construcción comenzó en 1949 y en ella trabajaron unos 1.600 obreros durante dos años hasta su inauguración, que fue realizada por el general Juan Domingo Perón el 26 de noviembre de 1951.

Se dice que allí estuvo Walt Disney, que era famoso por su dibujo del ratón Mickey. Se dice que Disney estuvo presente en la inauguración y que el lugar inspiró su parque Disneylandia. Incluso aseguran que se entrevistó con Perón con la idea de transformarlo en un parque de diversiones, pero este no aceptó.

Aquella mujer, inspiradora de tan magnífica y magnánima obra, para quien la niñez “sería la continuadora de nuestras luchas por una sociedad mejor y una Patria mas grande”. Que ya en su discurso inaugural de otros hogares: “Amanda Allen” (julio de 1949) de protección de la niñez desamparada, Evita había señalado su impronta a fuego de hechos concretos más que “de meras palabras siempre fáciles de pronunciar que desafiaban con solidez los caprichos dialécticos (sic)”. Pero ¿no era que “alpargatas sí, libros no”? ¿No era que se contentaba con el tren pasando ligero al grito del “tire diez”? ¿No era que su accionar engordaba “grasitas”? ¿No era que del viaje a Europa se trajo armas para defender a Perón de la bajeza calaña oligarca escondedora de traiciones con un ejército paralelo?

¿No era la mera ambiciosa que se aprovechó del terremoto de San Juan para engayolar al Coronel? ¿No era la impertinente muchacha que en el Congreso Eucarístico de 1950 se atrevió en Rosario a enmendarle la plana al Episcopado Argentino, “redefiniendo” el amor al prójimo no como un acto de beneficiencia sino como un acto de justicia para escándalo del silencio de las sotanas púrpuras? ¿No era la encubridora de su mujeriego, sifilítico y timbero hermano Juan, que refugió sus aventuras en la estancia “Los Olivares”, pasando Dorrego? ¿No era carne y uña con Mirtha Legrand, Malvina Pastorino y otras muchachas del ambiente artístico al fundar la rama femenina del partido peronista, con ostentoso escudo en las solapas de sus trajecitos sastre?

Sí. Esa era Ella. Esa tea que el pueblo santificó, como lo hizo con tantos santos a lo largo de mas de dos mil años. Que hoy se hubiera encontrado a sus anchas con Francisco, obispo de Roma, salido de las filas de Guardia de Hierro (“viva la muerte”). Que amó en carne viva a los ancianos. Que le exigió a Perón la supresión del calificativo de hijos naturales, incestuosos y sacrílegos, para sublimar aquel estigma que le impidió entrar al velatorio de su padre. Que no tuvo hijos de sangre pero amó a “los únicos privilegiados” y parió para ellos esa República de los Niños. La que ahora ha sido casi totalmente puesta en valor por la Señora Gobernadora Vidal hace apenas unos días. Lástima las mezquindades. Ni el señor presidente Macri ni ella tuvieron en esta elogiable -por fin- reinauguración una palabra, una simple mención, un sencillo gesto de memoria agradecida para con el presidente Perón y con Evita. Otra vez será.