Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Darregueira y alrededores: la zona inundada de la que nadie se acuerda

No tan lejos de Carhué y Guaminí, en el norte de Puan y sur de Adolfo Alsina también se vive una situación bastante complicada. El agua se acumula sobre campos y caminos rurales, sin tener un lugar donde dirigirse.
Fotos: Agencia Darregueira

Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com

   Unos 70 kilómetros en línea recta separan Darregueira con Carhué y Epecuén, y unos 110 de Guaminí. Allí, el drama de las inundaciones en el sistema de las Encadenadas del Oeste es visto casi de lejos: la localidad, junto a todo el norte de Puan y sur de Adolfo Alsina tienen su propio drama con el agua, del que no hoy habla casi nadie.

   La cuestión es simple: todo el líquido que llega hacia este sector desciende desde las zonas altas del distrito de Saavedra -solo hay que pensar que la localidad homónima es el punto más alto de la provincia- y se dirige hacia Azopardo, al norte de Puan, pasando la laguna Los Flamencos y los parajes Víboras y Alta Vista. Desde allí va hacia Darregueira por dos cursos diferentes y decanta naturalmente en los campos y localidades del sur de Adolfo Alsina. En ese lugar ya no tiene salida posible.

   El agua se acumula sobre campos y caminos rurales, impidiendo laboreos y el paso de vehículos de cualquier porte; el año pasado llegó a aislar familias en sus campos, cerrar escuelas rurales y hasta hizo peligrar el ejido urbano de San Miguel Arcángel.

   En las rutas, la situación tampoco es sencilla. Con tan solo una simple lluvia, en la zona de Azopardo -tanto hacia Puan y hacia Bordenave-, el asfalto termina cubierto de agua y en varias ocasiones se termina cortando el tránsito en la ruta provincial 67. Lo mismo ocurre en cercanías a Darregueira, sobre la 76.

   A eso se suman las napas, que están saturadas y no pueden absorber más líquido. En la localidad ya es común ver como el agua brota e inunda fosas de talleres mecánicos o los sótanos de algunas viviendas. En el campo va pasando de lote a lote, inundando y afectando sembrados de trigo y cebada. Si siguen estas condiciones, no se puede esperar mucho de la próxima cosecha fina.

   Esta vez, la mala de la película es la lluvia. Aunque siempre es esperada con los brazos abiertos en la zona rural, ahora genera preocupación: en lo que va del año cayeron 950 milímetros, cuando el histórico de los últimos 100 años es de 650; y el año pasado cayeron más de un millar.

   “Vemos como poco a poco van creciendo y reventando las lagunas que tenemos en la zona, rebalsando y cortando caminos. Lentamente nos resignamos a dar todo por perdido, independientemente de lo que pueda afectar a la producción”.

   La situación, reconoce el ingeniero agrónomo Claudio Martín, de la cooperativa La Emancipación, es prácticamente tan complicada como el año pasado

   Sin embargo, aclara que hay otros problemas de los que no se hablan: la multiplicación del tiempo y las distancias al momento de trabajar.

   “Hoy, para ir a un campo que está a 15 kilómetros, tenemos que hacer 50 porque no podemos llegar por el trayecto de siempre. Eso también termina incidiendo en el tiempo que tardamos. Se está haciendo complejo el ir a trabajar”, aclara.

   El estado de los caminos, advierte, deja mucho que desear: se hacen parches, sí, pero están lejos de ser soluciones definitivas; y el paso de los vehículos -y la vuelta del agua- termina empeorando la situación.

“Hoy, ni los bajos ni los cañadones ni las lagunas están en condiciones de recibir más agua. En la mayoría de la zona, si caen 20 milímetros, 15 van a terminar escurriendo. Los cauces están a full”, señala.

   Martín señala que por el momento no se puede hablar de una pérdida de lotes productivos que supere el 10%, porque al realizarse la siembra, los bajos no se trabajaron ni implantaron.

   “Hasta ahora, pérdida por superficie no hemos tenido. El problema es el día a día. Por ejemplo, en los campos linderos a las lagunas o en los márgenes de los arroyos es dificilísimo circular”, dice.

Solicitan a la Provincia un estudio de la cuenca

Pedido. En la última reunión del comité de Cuencas de las Encadenadas del Oeste, Puan elevó un pedido a la Provincia para hacer un estudio sobre el sistema que desemboca al sur de Adolfo Alsina.

Hacia el mar. Fundamentalmente, los productores y funcionarios quieren saber si existe la posibilidad de enviar parte de ese agua hacia el mar, por medio de algún canal que -por ejemplo- desembocase en el río Sauce Chico.

¿Canales clandestinos? Por medio de ese estudio también se quiere determinar si existen canales clandestinos que deriven el agua que termina anegando e inundando el norte de Puan y el sur de Adolfo Alsina.

Consultora. Para ello, se solicitará al gobierno que la consultora ABC -la misma que está llevando a cabo un relevamiento hídrico en Adolfo Alsina y Guaminí- realice un estudio de esta zona, para determinar los problemas y posibles soluciones.

Para el intendente Castelli, la situación mejoró

Aliviada. Según el intendente de Puan, Facundo Castelli, al no haberse registrado lluvias de consideración en los últimos días, “la situación está más aliviada, pudimos trabajar en los caminos y asegurar trayectos troncales”.

Napas. Sin embargo, explicó que no se ha evaporado el agua superficial. “Las napas siguen estando altas y tenemos agua arriba de la ruta en algunos puntos del distrito”, afirmó.

Limpieza. Castelli señaló que a principios de esta semana se llevaron a cabo trabajos de limpieza del canal de evacuación de la laguna de Puan, en caso que sea necesario abrir las compuertas para desagotarla. “Todavía no llegamos a la cota que indica el manual para prender las bombas; quedan todavía unos 50 o 60 centímetros”, explicó. Si esto sucediera, el agua se dirigiría, por gravedad, hacia el sur de Adolfo Alsina.