Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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En discapacidad se avanzó, “pero aún nos falta mucho como país”

Así lo manifestó el psicólogo Jorge Cantis, quien dejó en claro que se debe abordar un desafío con mucha seriedad y una lucha constante para no sentir frustración y, por ende, no terminar el camino “bajando los brazos”.
Juegos para discapacitados en la plaza rosaleña.

Natalia Miguel

nmiguel@lanueva.com

“La discapacidad, como muchos temas en nuestro país, implica un desafío y una lucha constante para no frustrarnos en el camino”, dijo el licenciado en psicología Jorge Cantis, quien brindó una jornada de capacitación en el Centro Integral del Discapacitado.

El disertante es director de la Escuela de Pos Grado en Clínica Psicoanalítica de la Infancia y Adolescencia, profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la UCES y supervisor de Hospitales de Día e Instituciones de Educación Especial.

Ante el equipo de Cindi brindó asesoramiento sobre “Familia y personas con discapacidad: intervenciones posibles en el campo de la salud y la educación”.

En diálogo con “La Nueva.” dijo que “en el tema de la discapacidad, donde trabajo hace más de 35 años, hubo muchos avances, pero todavía nos falta mucho como país, como región”.

“Es importante decir que la Ley de Discapacidad lo que hace es visibilizar una realidad: no es que las personas con discapacidad viven más, sino que ahora se las ve. Durante muchos años se veían niños con discapacidad y no a los adultos. Esto quiere decir que tienen más actividades sociales, políticas, entre otras”.

Aclaró que uno de los temas fundamentales es que hay que diferenciar entre la integración y la inclusión de la persona con otras capacidades.

Indicó que muchas veces una persona puede estar integrada pero no incluida. Integrada quiere decir que está colocada en una situación escolar o social. “Incluida, los psicólogos e investigadores decimos que es la participación en actividades sociales, educativas y recreativas”.

Precisamente, expresó que una de las cuestiones que se observa últimamente es la recreación y el ocio.

“Muchas veces la persona con discapacidad es ubicada en el mundo médico, la educación, el aspecto social y no en lo recreativo. Se está pensando cada vez más en los espacios de tiempo libre. Eso es positivo”, subrayó.

Respecto de las “miradas”, expuso que es un tema interesante y complejo a la vez.

“La sociedad tiene actitudes ambivalentes, de aceptación y de rechazo. Y este último aspecto muchas veces es por falta de información, de conocimiento, casi de ignorancia. Hay autores que hablan de la mentalidad prejuiciosa hacia la persona con discapacidad. Esa mentalidad tiene que ver con el estigma que toda sociedad tiene”.

“Entonces creo que nos falta mucho aún, campañas de concientización de lo que es una persona con discapacidad, de sus deseos. En algunas plazas hay hamacas adaptadas, pero no suele haber madres con sus hijos con discapacidad porque ellas dicen que las miran mucho o sienten miradas acusadoras”.

“Cada mamá y cada papá tiene que hacer su propia campaña. Están las políticas sociales, pero también está la campaña desde cada uno. A veces hay desconocimiento por la conducta del niño. Los padres tienen que familiarizarse, acomodarse con el niño que sale a la recreación. La primera integradora es la familia, después es la sociedad. Muchas veces se le exige a la sociedad, pero el niño no está integrado en su propia familia”, dijo Cantis.

Sobre la función de los legisladores, sostuvo que primero deben llamar a los técnicos, los especialistas.

“No sabemos si quienes promueven estas cuestiones relacionadas con las leyes tienen puntualmente el asesoramiento adecuado”.

En este caso, dijo que hay una cuestión práctica digna de comentar: “Como psicólogo clínico especializado en niños, adolescentes y adultos con discapacidad trabajo mucho con las familias, tanto para los niños con discapacidad temprana como los adultos que presentan discapacidad adquirida, que cada vez son más y de lo que se habla poco. Hay cuestiones muy claras que muchas veces no se pueden poner en las habilitaciones y tratamiento, como la palabra orientación para padres porque el trabajo es con el niño. Pero nosotros decimos que el trabajo es con el niño y la familia. Es necesario crear dispositivos para que la familia sea parte de esos procesos terapéuticos".

"Hay que ver cómo los legisladores actúan pero también llamar a los técnicos que brinden las herramientas para que esto funcione mejor", acotó.

En cuanto a las "señales del cuerpo", mencionó que en estos tiempos de estrés, acelere, de poco tiempo para uno, hay que saber escuchar las voces del cuerpo.

"Los psicólogos decimos esto: el cuerpo nos va hablando, nos dice cosas. Hay personas que tienen hasta una buena prepaga y sin embargo no se ocupan de su cuerpo. No hay que desobedecer cuando el cuerpo habla".

"Tengo pacientes que dicen 'me duele la cabeza' y le pregunto fuiste al neurólogo, al clínico. Puedo entender que ese dolor de cabeza puede estar relacionado con el estres, pero lo mando al clínico. Y también me encuentro con pacientes de 40 ó 50 años que no tienen un médico clínico”.

“Hay toda una cultura del descuido del cuerpo. Por un lado hay mucho gimnasio pero no hay un médico que ordene”.

“Después están los factores emocionales, pero hay que ver cómo cuidar el cuerpo biológico, el cuerpo en concreto. Suele suceder que estas personas arriban a la discapacidad adquirida por descuido”, dijo.

En relación a las obras sociales, manifestó que es todo un mundo.

“Noto que hay mucha burocracia, cuestión que suele agotar. Por ende, como terapeuta acompaño mucho a la familia, pero no haciendo el trámite sino fortaleciendo, porque la sensación es de bajar los brazos”.

Insistió en que “siempre en el tema de salud hay mucha burocracia. También suele haber abusos, eso está claro, y por ese motivo las obras sociales son muy estrictas. Pero el profesional debe acompañar mucho a la familia para que no baje los brazos porque, en definitiva, si ello ocurre la persona que más se perjudica es la que tiene la discapacidad”, subrayó.

La vida después de un accidente o enfermedad

"Nuestro país tiene un alto índice de estadística por muertes en accidentes de tránsito, pero hay un componente muy importante que queda con una secuela de por vida a consecuencia de accidentes automovilísticos".

"Es todo un tema como se prepara la sociedad frente a esta cuestión: Una persona que tiene una vida común y de repente tiene una calidad de vida diferente. Es un gran impacto, incluso hay niño que tienen padres con discapacidad adquirida. Y cada vez hay que pensar más en estos adultos, mayores o jóvenes, y en el efecto que produce en la familia y la adaptación a la casa, el edificio donde vive, si tiene rampas o no".

"También es un aspecto en el que deben trabajar los legisladores. Existe una ley que establece que no debe haber obstáculos. Sin embargo nosotros vemos que los edificios viejos no tienen rampas. Hay que hacer un abordaje muy profundo sobre el particular".

Desde el punto de vista psicológico, sostuvo que se trabaja con las personas que empiezan a tener otra calidad de vida.

"Hay que pensar que depende de la historia previa porque no cualquiera tiene una discapacidad adquirida. Hay personas que se les presenta como una crónica anunciada: tuvo tantos accidentes hasta que termina en una secuela".

"Y puede ser también por problemas de salud. La persona que hace un accidente cerebro vascular tiene secuelas, con trastornos de la expresión, lenguaje o hemiplejia. Son personas que parece que tuvieron un ataque de un día para el otro. Pero revisando la historia con los familiares, se sabe que no se cuidaban, era hipertensas, fumaban y tomaban alcohol".