Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Almorzando con Mauricio Macri

Por lo menos ayer, Mirtha Legrand no fue la anfitriona de los célebres almuerzos por televisión. Esta vez ella fue la invitada a un almuerzo en la Casa Rosada con el presidente Mauricio Macri, que decidió agasajarla. Y tal vez también, aunque hubo mucho cuidado de uno y otro lado en “soltar” información de lo que se habló durante la comida y después a los postres, para zanjar algunas de las críticas que la eterna estrella le deslizó al gobierno, en especial por el lado de la fuerte suba de tarifas y de la cantidad de gente que vive en la pobreza.

En todo caso fue la Legrand quien se permitió una infidencia al retirarse de la Casa Rosada. “Le dije que las tarifas estaban muy altas, y que los aumentos debieron ser graduales”, se volvió a quejar.

Salvo ese pequeño misil, Mirtha se mostró condescendiente con la invitación y con el presidente. “El almuerzo fue fantástico, muy lindo, todo muy agradable”, se explayó ante los cronistas. Les contó que Macri “estaba muy bien, se puso corbata y todo”, sabedora del uniforme tradicional del macrismo (traje azul y camisa celeste abierta al cuello) que solo se abandona en contadas y muy importantes ocasiones.

Mirtha llegó a la Casa Rosada puntual, minutos antes de la una, hora elegida para el comienzo del almuerzo, acompañada de su nieto y productor de Almorzando..., Nacho Viale. En el Salón de los Bustos fue recibida por Ana Moschini, la eterna secretaria del presidente. Enseguida, junto a un funcionario de la Dirección de Ceremonial y dos especialistas de la Dirección de Museos, le ofrecieron una recorrida por los principales salones y galerías de la histórica sede.

A la mesa, además de Legrand y su nieto, por el lado del gobierno junto a Macri estuvieron Marcos Peña, el secretario General, Federico de Andreis, y el vocero presidencial Iván Pavlovsky.

El almuerzo, servido en el comedor privado del presidente, que está ubicado junto a su despacho en el primer piso de la sede gubernamental fue “normal”: gazpacho de primer plato, salmón con ensalada de plato principal, y chocolate con helado de pistacho de postre. Todo preparado y supervisado por el chef de la Casa Rosada, Dante Liporace, al que el presidente incorporó por decisión personal desde comienzos de año. “No quiero carne ni hongos”, fue lo único que había pedido la estrella cuando aceptó la invitación.

Para el anecdotario, la diva contó que Macri le regaló un libro sobre la vida de Nelson Mandela, que en verdad el presidente obsequia a la mayoría de sus visitantes cuando se trata de “bilaterales”, y que se llevó una linda foto como recuerdo.

Igual no dejó de expresar que la precedía alguna preocupación por el tono del almuerzo, luego de aquellas críticas y del último cruce con el asesor Jaime Durán Barba, de quien dijo que “no le entiendo nada porque habla como El Chavo”. Hasta dijo que se lo cruzó al ecuatoriano durante la visita guiada, pero que ambos parecieron no reconocerse. “El presidente lo defiende mucho”, dijo del asesor, que ya ha tenido algunos tropiezos internos por haber negado la pobreza y el desempleo. “Venía preocupada, me preguntaba por qué me habrán llamado, pero no paso nada, todo fue muy agradable”, aclaró.

En el gobierno intentaron quitarle al almuerzo cualquier connotación vinculada a la coyuntura. “El presidente la había invitado hace mucho tiempo, después que él fue a los almuerzos de Mirtha, pero la oportunidad recién se dio ahora”, dijeron en la Jefatura de Gabinete. “Ella dijo que fue un orgullo que la hayan invitado, que hacía mucho que no visitaba la Casa Rosada”, suavizó un vocero de Peña.

Mirtha no pudo con su genio y se encargó personalmente, antes de abandonar la Casa Rosada, de desmentir parcialmente esa versión oficial, cuando reconoció que había vuelto a quejarse delante de Macri por los excesivos aumentos en los servicios públicos y la falta de gradualismo.