Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Guerra de agresiones entre precandidatos

La campaña entre los precandidatos a la presidencia y la provincia de Buenos Aires del Frente para la Victoria empieza a abandonar cualquier atisbo mínimo de buena convivencia o de prácticas democráticas para ingresar en el tal vez previsible, por los actores y lo que está en juego, terreno fangoso de las descalificaciones y las chicanas.

“Se están tirando con todo y eso por ahí no es bueno de cara a las encuestas y a la mirada de la gente”, semblantea resignado el escenario un operador de la segunda línea de la Casa Rosada.

Los cruces verbales, la mayoría de ellos subterráneos entre precandidatos nacionales y provinciales, y otros de una virulencia publica impensada que empalidecen las habituales “animaladas” que les dedica Aníbal F. a los opositores, han comenzado.

El propio jefe de Gabinete es uno de los protagonistas de esas trifulcas, en su caso con el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, y el diputado Julián Domínguez, ambos precandidatos bonaerenses a la gobernación, y con quienes el quilmeño disputa por estas horas el favor del dedazo presidencial.

En el orden nacional la guerra de destratos y descalificaciones por ahora va en una sola dirección: Florencio Randazzol le dispara munición pesada a Daniel Scioli, y el lunes llegó al colmo de meterse con su discapacidad física. El gobernador, fiel a su estilo de monje tibetano, calla y masculla en privado.

Veamos un repaso de de lo mejor, hasta ahora, del sainete. En la provincia, Aníbal tuvo la osadía de sugerirle a Espinoza que se tomara aquel “baño de humildad” que reclamaba Cristina. Y hasta le sugirió que podría ser su candidato a vice en la formula. El intendente, uno de los poderosos del PJ provincial lo mandó a pasear, pero en términos impublicables. Y le recordó, como al pasar, que lo suyo son dos millones de votos del distrito, y que el jefe de Gabinete lo único que junta en las encuestas son altos porcentajes de imagen negativa.

El siguiente blanco de Aníbal fue su hasta hace poco amigo Domínguez. La propuesta vino en formato parecido al fallido intento con el jefe de La Matanza. El oriundo de Chacabuco no se anduvo con vueltas y le respondió como para que se enteren todos: “Para ser candidato a gobernador primero tenés que ganar Quilmes”. Una puñalada al corazón, más o menos: le refrescó que Fernández perdió las últimas elecciones en su distrito natal con una colectora del FpV y no pudo imponer a su candidato.

La frutilla del postre de una encarnizada batalla que promete subir de tono y que recién estaría entregando sus primeros capítulos la colocó Randazzo. El ministro se mostró con los ultracristinistas de Carta Abierta para recibir el apoyo a su precandidatura. Allí no sólo hizo una imitación estilo Showmatch del gobernador y su tono entre monocorde y siempre entusiasmado, sino que se metió con el brazo derecho que le falta al gobernador por aquel accidente cuando conducía la lancha “La Gran Argentina” por las aguas del Paraná.

Dio a entender que, si en una de esas Scioli llegase a ganar las elecciones y se convierte en presidente, el proyecto (el tan mentado modelo cristinista) “se va a quedar manco”. Cuando se dio cuenta del exabrupto, y ante las risotadas de los intelectuales que comanda Ricardo Forster, intentó zafar negando con el dedo índice de la mano derecha, tipo “no quise decir lo que dije”. El daño ya estaba hecho y la escena reflejada en el canal TN.

Más tarde, desde las carpas sciolistas dijeron que el gobernador no le iba a responder. Pero habría dicho en privado que el chivolcoyense está desesperado porque sabe que Cristina ha empezado a comprender que el mejor candidato, por gestión y por el peso de las encuestas, es el gobernador.

Se recomienda no retirarse de la sala porque lo mejor del espectáculo está por venir.