Bahía Blanca | Miércoles, 17 de abril

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Drama para los lungos

Las personas con mucha altura o excedidas un poco de peso terminan sufriendo a bordo de la mayoría de los aviones actuales.

La fila 42 del Airbus que nos trajo desde Miami a la Argentina marcaba el final de los 4 asientos en el medio de la cabina, para pasar a 3.

Recibida ya la negativa en la zona de los chek-in de que no había lugar para mi metro con 92 centímetros, no tuve más remedio que aceptar lo que se me daba.

La primera impresión fue que sería como en el viaje de ida: angosto y con muy poco espacio entre fila y fila. Fue así.

Con un agravante: ninguno de los dos apoyabrazos tenía flexibilidad como para levantarlos y poder respirar con un poco más de soltura.

Ni siquiera estaba junto al pasillo, con lo cual tampoco podría desviar un poco mi pierna derecha para dar un alivio.

Viajé ¡8 horas! (y algunos minutos) amordazado de cadera y piernas, rogando, por supuesto, que el pasajero de adelante tuviera un poco de piedad y, al menos, me preguntase antes de reclinar un poco su respaldo. Fue en vano.

Muchas veces me he preguntado qué puede pasar con los de más estatura que yo. O los que pesan muchos más kilos. Porque el sector de emergencia (con un poco más de espacio) es muy limitado.

Convengamos, por lo tanto, que los aviones son muy modernos, confortables, serenos en el vuelo, la atención a bordo es excelente (no hablo del tema maletas, que no tiene nada que ver), pero las personas con estructura grande, sufren. Y sufren mucho.

¿Alguna vez se pensará en un lugar especial para las personas que son especiales? Espero respuesta.