Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Los ansiosos a bordo

Aterriza el avión y llega la desesperación por encender el celular y avisar que se ha arribado. Otro grado más de ansiedad...

Si hay algo, entre tantas otras cosas, que me llama poderosamente la atención es la ansiedad que solemos tener los seres humanos.

Uno de los ejemplos típicos es a la hora de abordar un avión.

Se forma la hilera en la que, por lógica, piden que los primeros en ascender sean los que se ubican en los asientos posteriores, para que nadie interrumpa en los pasillos.

Pues bien, ahí aparecen los que, haciéndose los distraídos, se colocan donde no deben y después responden con un "Uhhh... , no me di cuenta" y tratan de pasar igual.

¿Viveza criolla? No sé. Quizás este sea un justificativo para no catalogar peor a quienes tienen un alto grado de mala educación.

Pero si ahí la ansiedad crece, ni hablar cuando el avión ha aterrizado. Y pese a que el comisario de a bordo recomienda no desprenderse los cinturones y permanecer cada uno en su asiento, surgen los que se paran y comienzan a sacar de las bauleras bolsos, camperas, mochilas y demás.

Pareciera que les encanta que les llamen la atención y sencillamente no les da vergüenza que lo hagan por los parlantes.

Después, cuando sí se puede, llega la gran avalancha.

Todos, desesperados, armándose de sus cosas, parados, empujándose sin admitir que hasta que no se abra la salida, la hilera no se habrá de mover.

Es el momento en que pienso: ¿Qué pasaría ante una emergencia? ¿Se dará lo de las mujeres y los niños primero?

¡Ni soñando!