¿Por qué no el campo?

David Roldán

droldan@lanueva.com

Convengamos que el paso del tiempo y el cambio producido en la vida de la mayoría de los países ha hecho que el campo quede a una distancia mayor de la real de las ciudades.

Pese a que las suele rodear y proveer de un sustento económico real e importante, como es el caso de la Argentina.

La tecnología, tal vez, fue uno de los disparadores para que esos amplios espacios hoy se hallen prácticamente vacíos de familias.

O, seguramente, la búsqueda de otras posibilidades laborales y de formación.

De todas formas, el campo sigue siendo un interrogante para quienes se tropiezan entre sí en los centros urbanos.

Y que viven buscando un momento de relax frente a tanta presión y estrés.

Pues bien, el turismo rural es una muy buena opción.

No está mal elegir alguno de los establecimientos que abrieron sus puertas a esta actividad.

Y hacer unos pocos kilómetros para instalarse un par de jornadas en las que se disfrutará de horas al aire libre, pero también gozando de la tradición que el campo nos ofrece.

Desde montar un caballo manso, conducir un carro renovado u observar cómo se produce cereal , hasta asomarse a los corrales de toros, ovejas o, simplemente, gallinas.

Con el complemento ideal de mañanas con mate y tortas fritas; mediodías de asados al asador, tardes con renovados mates y noches de nuevos manjares. El campo espera. ¿Por qué no ir?