Sin conexión

David Roldán

droldan@lanueva.com

Si de algo nos hemos sentido orgullosos quienes habitamos en Bahía Blanca, es de que esta ciudad es de haberse constituido, por muchas décadas, en una puerta de ingreso a la Patagonia.

No solo porque por aquí pasaban las líneas ferroviarias, sino también las principales rutas que unían lo que está al norte con todo lo que está al sur (rutas 3 a lo largo de la costa atlántica y 22, hacia el Alto Valle y la zona cordillerana).

También, porque las aerolíneas siempre ponían un pie aquí, como paso previo a volar sobre el árido suelo patagónico, al que buscábamos por distintos motivos, entre ellos el turismo.

Pues bien, imagínese usted organizando una visita a Ushuaia, por ejemplo.

Ya nada le será fácil.

Porque ningún avión se detiene en Espora, de ida o de vuelta. Ni pensar en que Bahía sea el origen del vuelo.

No le quedará otra posibilidad que pagar un boleto a Buenos Aires, esperar unas horas y, de ahí, agregar más de 3 horas hasta la ciudad más austral del mundo. Y pagar más.

De regreso, será todo igual. Sin escala en Aeroparque, no hay Ushuaia que valga.

Un retroceso para el turismo, que necesita más y más conexiones para su desarrollo.

Y, por supuesto, un paso atrás para la ciudad, cuyos habitantes ven cómo los aviones pasan por encima de sus cabezas...