Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Terminal Arizu

Escribe Mario Minervino

Hace 47 años, en agosto de 1970, la Municipalidad de Bahía Blanca decidió finalmente cuál era la ubicación más apropiada para instalar la terminal de ómnibus.

Respuesta directa al crecimiento urbano, la comuna elaboró un Plan de Desarrollo, el cual incluyó el emplazamiento ideal para emplazar una terminal de ómnibus de media y larga distancia.

Se trataba del terreno de 19.300 metros cuadrados ocupado por la abandonada Bodegas Arizu, con frente sobre la avenida Cerri y delimitado por las vías ferroviarias y las calles Chiclana y San Luis. El lote debía ser expropiado a tres dueños: Arizu, García Reviriego y Montalbán.

Definida esa ubicación, el intendente, Gustavo Perramón Pearson, remitió la documentación al ministro de Obras Públicas bonaerense, “para que considere su construcción”.

Según el jefe comunal, “la magnitud de la obra y su carácter regional” eran sobrados motivos para que la Provincia de Buenos Aires realizara la obra o prestara ayuda financiera.

En cuanto a la ubicación, los técnicos resaltaron su “inmejorable proximidad” a la estación ferroviaria y al área central de la ciudad, además de la posibilidad de “crear una fuerte imagen arquitectónica urbana”. También se indicó que era apropiada para que se radicara allí un centro comercial y hotelero rentable.

Como dato complementario, el municipio informó que el movimiento diario de micros era de 318, los cuales llegaban, por entonces, a las terminales de 19 de Mayo 41 y Gorriti 48.

La historia, sin embargo, no se cerró en ese sitio. En 1978, la terminal se habilitó en la exestación ferroviaria del Rosario Puerto Belgrano, donde funcionó hasta 2004, cuando, con fondos aportados por el Estado nacional, se construyó la actual. El edificio de Arizu es hoy un salón de fiestas.