Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Volvió la peor versión de Cristina y Macri respira

La expresidenta dio un discurso ante sus partidarios, tras presentarse ante el juez Bonadio por la causa del “dólar futuro”.

Luego de lo ocurrido esta semana en el macondiano escenario de Comodoro Py y, más allá de algunas dudas o distintos enfoques dentro de los análisis del gobierno, la mejor síntesis que se obtenía en los despachos tras esa parafernalia es que volvió la peor Cristina Fernández, y Macri respira. Hasta en algunos escritorios dicen que se puede celebrar esa enorme cortina de humo gratuito que le ha procurado su antecesora.

Se regocijan en esos despachos: desde el acto de Comodoro Py, cada aparición de Cristina y cada frenético bailecito cual feliz adolescente es música para los oídos del macrismo. No quedan dudas de que la Cristina que se mostró esta semana es la que hizo que el votante que no tenía nada en común con Macri aún así lo votara para que ella no vuelva más y se destierren años de autoritarismo, de amigo o enemigo, y de un nivel de corrupción estatal como no se ha conocido antes en la historia de la democracia.

Fuentes cercanas al ministro Rogelio Frigerio se entusiasmaban además por la fuerza de choque o policía paralela -cualquiera de los dos adjetivos le calza justo- en que se ha convertido La Cámpora, que decide quién entra y quién no en un acto o qué calle hay que cortar mientras el protocolo antipiquetes -esto hay que decirlo- duerme en un cajón de escritorio y la policía extrañamente mira para otro lado o cuida a los que cortan y no a los que quieren circular. “Nos está saliendo gratis, nos están haciendo un favor”, exageran, aunque en la materia debieran mirarse la viga en el ojo.

Corre por ahora el gobierno con esa ventaja, que debiera saber que no le da chapa de nada ni habilita a descorchar ni muchísimo menos. El ciudadano que no quiere saber nada con el cristinismo es el mismo que ha empezado a enojarse por los aumentos desmesurados en los precios basados en una nunca autorizada “remarcación de marzo”, como dijeron en algunos sectores empresarios, y que ya viene malhumorado por los aumentos de la luz, el gas, el transporte público, la pérdida del empleo y unas paritarias que se están firmando en no más del 25% para todo el año en dos cuotas.

Advertiría el gobierno, en medio de esos malestares, un dato para calmar los nervios: las encuestas reconocen que la gente común no le cree a la expresidenta cuando pretende que Macri es el culpable de todos los males del pais y que cometió todo ese desaguisado en sólo cuatro meses, echando por tierra el mundo feliz del cristinismo que se disfrutó hasta el 10 de diciembre.

Números que maneja la Casa Rosada sostienen que el 66% de la ciudadanía cree que los males presentes tienen que ver con la herencia recibida del gobierno de la abogada exitosa.

Queda claro por lo demás en esos análisis que si Cristina piensa en volver, como cantan sus fanáticos, muy probablemente sea a los tribunales de Retiro, pero no a otra cosa. De hecho no a la conducción del Partido Justicialista, un peronismo que ya no la reconoce como su jefa. Y tampoco a la utopía de un regreso triunfal al poder en 2019, como se proclamaba el jueves luego de la inauguración del Instituto Patria, ese refugio del kirchnerismo en extinción desde donde ella piensa conducir casi un gabinete en las sombras.

Ya instaló para ese fin con despachos y secretarias a Carlos Zannini y Oscar Parrilli, y hay otro preparado para Axel Kicillof. No hay chances, a menos que aquel “vamos a volver...” intenten hacerlo por izquierda, como pregonan D´Elía, Sabbatella y otros más, que conciben la democracia sólo con su jefa en el poder.

La foto de quienes le han quedado en las escalinatas de tribunales, como Amado Boudou, Aníbal Fernández, Julio De Vido, Diana Conti y otros, más el inefable “Patota” Moreno a los bastonazos contra la policía a la cabeza de sus barrabravas y La Cámpora convertida en una fuerza parapolicial, le cae mejor al gobierno que la mejor estrategia que haya imaginado, si hubiese querido forzar esa escena a propósito.

En el gabinete miran ahora un escenario que no se disimularía: la expresidenta, con la ayudita de un juez como Claudio Bonadío -que maneja más un problema personal con su enemiga que una causa con sustancia como la del dólar a futuro- contribuye a pasar estos tres o cuatro meses antes de que se puedan ver algunas mejoras en los temas sociales que preocupan. Igual lo dicen en privado: con Cristina en su peor versión, mientras el resto del peronismo le da la espalda y arma su propio plan de transición hacia nuevos liderazgos, se despliega una pantalla para sacar la atención de los temas más acuciantes.

Pero podría no alcanzar sólo con eso: han recrudecido los análisis que coinciden en que el gobierno ha hecho hasta ahora las cosas bien en lo macro, como el fin del cepo, el ajuste cambiario o la salida del default, pero que para la gente de a pie ha habido poco y nada. Un faltante sobre el que machacaron Hugo Moyano y compañia delante de Macri el miércoles pasado en Olivos.

El propio gobierno ha corregido hacia arriba la meta inflacionaria para este año, y ahora la ubica en un piso del 30%. El Congreso y estimaciones privadas la ubican en cerca del 40%. Por alli habría que explicar los anuncios sociales del presidente, como la eliminación del IVA para la clase menos pudiente, la universalización de los aportes a la niñez que acercó Elisa Carrió o el aumento en la AUH. También la visita que Macri hizo a las zonas inundadas para llevar ayuda y mezclarse con las miles de personas que viven el drama o lo han perdido todo.

Traducido: Macri debe empezar a recomponerse de esa chicana del kirchnerismo sobre que sólo gobierna para los ricos. Podría resultar una ilusión vana la de aquellos que se entusiasman con “la pantalla” que brinda Cristina, si no aparecen mejoras en la situación social o paliativos concretos hacia mediados de año. Antes de que el ciudadano de a pie comience a perder la paciencia.