Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Una política de defensa

Escribe Miguel Angel Sarni

La única función de las FF.AA. es ser operativas y creíbles. Si deben entrar en un conflicto, es porque alguien creyó, con razón o sin ella, que no lo eran. Y hoy, esta credibilidad depende en gran medida de su equipamiento, una parte del cual se puede y debe fabricar localmente por cuestiones de costo. Lo científico, lo tecnológico y lo industrial son la médula misma de una política tecno-industrial de la Defensa. El Poder Ejecutivo definió un plan de inversiones para el equipamiento de las FF.AA. que comprometía la compra de armamentos en los próximos cinco años por un monto de 10.000 millones de pesos. Estas inversiones estaban orientadas principalmente a la compra de aviones de combate, la construcción de un submarino nuclear con el casco del viejo “ARA Santa Fe”, compra de corbetas, y  la repotenciación del Tanque Argentino Mediano (TAM).

Si bien, una vez aprobado el presupuesto nacional anual en el Congreso, sus partidas pueden ser redistribuidas a criterio de la Casa Rosada, es de esperar que el Plan de equipamiento 2014-2018 se concrete. Debemos recordar que  la ley 24.948, de reestructuración de las Fuerzas Armadas (marzo de 1998), aprobada por unanimidad en el Congreso, contemplaba un importante plan de inversiones para equipamiento en cinco años. El problema es que no se invirtió ni un peso,

Donde la situación da más esperanzas es en el diseño y la construcción de radares y de VANTs (Vehículos Aéreos No Tripulados).

En materia de radares, la firma estatal rionegrina INVAP, número uno mundial en pequeños reactores nucleares, recibió un contrato oficial para lograr dos sistemas distintos: un 2D de control de tráfico aéreo colaborativo y un 3D militar para detectar tráfico no colaborativo u hostil. Los empresarios privados, particularmente en Córdoba, mostraron una notable actividad para desarrollar VANTs de clase I y II (decenas de kilos, y hasta 200 kg): el Lipán, el Caburé, el Strix, el M-COM y los helicópteros CH-6 y CH-7, pero jamás pudieron salir de la escala artesanal.

Nuestra historia aeronáutica nos muestra que la Argentina termina fabricando puros prototipos. El hito de referencia es el ya mítico IA-33 Pulqui II,. Solo de vez en cuando se fabricó algún avión notable en cantidades suficientes para satisfacer usos internos (el Pucará y el IA-63 Pampa, en los 70 y 80), pero que rara vez generan interés externo, por falta de escala y por ser caros.

Con el intento de compra de una docena de perimidos Mirage F1 a España-que bloqueó Francia- se incurrió en un riesgo similar. Se persiste en lo mismo al trasladar el pedido a Israel por 18 Kfir Block 60, que están juntando polvo en el desierto desde hace 20 años.

A diferencia de los aviones tripulados, los VANT ofrecen la oportunidad de comenzar nuevamente. Se agruparon en un consorcio los empresarios particulares e INVAP, la FAdeA (el décimo nombre de la vieja Fábrica Militar de Aviones) de Córdoba y el CITEDEF (Centro de Investigación Tecnológica para la Defensa) como soporte estatal.

El Plan de Inversiones de Defensa  debería haber revitalizado Fabricaciones Militares. Con su inteligencia y su capacidad el  Tcnl. Savio propuso en 1933 la industrialización del país. La primera etapa fue la creación de la Escuela Superior Técnica, que formó/a los ingenieros militares y, desde hace doce años, ingenieros de la comunidad civil según resolución del Ministerio de Educación 2768 (1992). La segunda etapa fue la ley que creó la Dirección de Fabricaciones Militares que organizó fábricas, diseminadas estratégicamente en el país. La tercera etapa fue el “Plan Siderúrgico Argentino”, base del desarrollo de una industria pesada argentina.

En los últimos veinticinco años se desmanteló la obra de Savio, sin comprender que con ello se socavaba también la industria privada y sus beneficiarios.

Hoy, de la vieja y noble FM quedan en pie tres plantas: en Rosario, la Fray Luis Beltrán de munición y materiales de armas portátiles; en Río Tercero, la de munición y materiales de Artillería, y en Villa María, la de pólvoras y explosivos. Se ha sumado la de Pólvoras y Explosivos en Azul.

Sufrieron confusas privatizaciones y/o cierres ocho de las fábricas militares; la Fábrica San Francisco, la Fábrica de Armas Portátiles “Domingo Matheu” y -en Jujuy- el Establecimiento Siderúrgico Altos Hornos Zapla, y sigue la lista.

Estas plantas, además de armas, fabricaron material ferroviario y de subterráneos, aceros especiales, conductores y hasta transistores. Fueron pioneras en la producción productos químicos para uso frigorífico y agrícola, discos de arado, armas deportivas y la lista sigue. La marca FM era garantía de calidad.

Hay que resucitar un nuevo proyecto, que incluya fábricas militares con aportes estatales, más dinero de privados, amén de eventuales asociaciones de países cercanos.

Algunas sugerencias de Fábricas Militares que nos hacen falta urgentemente:

-Armamento portátil, subfusiles, fusiles de asalto 5,56, ametralladoras, rifles de precisión, pistolas semiautomáticas.

-Vehículos de diverso blindaje, pero de propulsión multirruedas.

-ROVs (Remote Operated Vehicle) vehículos operados a distancia.

-Software y hardware para la guerra cibernética.

La reconstrucción de una  política tecno-industrial  para la Defensa debería surgir del consenso de políticos, militares, economistas, empresarios, técnicos y muchos otros argentinos con la capacidad necesaria para actualizar  el proyecto elaborado por Savio adaptado al siglo XXI. Se debería estructurar sobre  la base de leyes nacionales, alejadas de la posibilidad de quedar a merced de políticas erráticas de gobiernos que solo piensan en el corto plazo.