Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Un régimen discutible

Escribe Marcelo Bátiz

Los sectores en conflicto suelen presentar sus discusiones con otros ropajes, aunque a veces hay que esperar el momento propicio. Por ejemplo, que el presidente de la Nación y el gobernador de Buenos Aires pertenezcan a una fuerza política y la mayoría del resto de los gobernadores a otra.

Y si a esa circunstancia se le suman el contexto de una campaña electoral y el propósito oficial de llevar adelante una reforma impositiva, los ingredientes están servidos para que Cambiemos y el peronismo se enfrasquen en una discusión sobre qué hacer con el Fondo del Conurbano, en el que ninguno de los dos bandos parecen dispuestos a encarar el debate apuntando de lleno al origen del problema. En definitiva, el régimen de Coparticipación Federal de Impuestos que, con sucesivas modificaciones, impera en el país hace casi 83 años.

Por ser coparticipable, la menor modificación que se le intente aplicar genera tensiones entre las partes. No se puede beneficiar a una sin perjudicar a otra.

El año pasado fue un interesante banco de pruebas. Era claro que una suba del mínimo no imponible y la actualización de las escalas del impuesto a las Ganancias iba a ser del agrado de los trabajadores, pero de inmediato quedó en evidencia que no podía avanzarse mucho ante el reclamo de los gobernadores.

Cada peso que se le dejaba de descontar a los asalariados eran 61 centavos menos en las arcas provinciales. Más de un legislador de extracción sindical se vio en la disyuntiva al votar entre los derechos de sus afiliados y las necesidades de sus gobernadores. Siempre fue complicado servir a dos señores.

Los bonaerenses aspiran a recuperar lo perdido por el Fondo del Conurbano y el resto de las provincias no accede a que esa mejora se concrete a costa de sus ingresos por coparticipación. De lo que se desprende que sólo podrá hacerse a expensas de la Nación que, como ya se dijo, no quiere perder terreno antes las provincias... El cuento de la buena pipa debería ser materia obligatoria en todos los seminarios de Federalismo Fiscal.

Pero aun en el remotísimo caso que la tres partes lleguen a un acuerdo el problema está lejos de ser solucionado. En tanto la recaudación impositiva se siga coparticipando, será imposible beneficiar a unos sin perjudicar a otros.

El conflicto no puede analizarse al margen de la tantas veces anunciada reforma impositiva, que el gobierno dijo en varias oportunidades que será objeto de debate “después de las elecciones”. Habrá que recordar que no se trata de una habitual discusión parlamentaria. Una reforma impositiva no puede hacerse sin modificar la Coparticipación, una ley convenio para cuya sanción es requisito indispensable la adhesión de todas las legislaturas provinciales.

También habrá que recordar que hace treinta años hubo otro “después de las elecciones”. La derrota del radicalismo por entonces gobernante dejó un mapa de gobernadores absolutamente desbalanceado, con Angeloz y Massaccesi solos contra diecisiete peronistas, liderados por dos precandidatos presidenciales.

Ese contexto fue determinante para la sanción de la ley de Coparticipación en enero de 1998. De cara a la interna que se avecinaba, tanto Antonio Cafiero como Carlos Menem buscaron ganarse la voluntad de sus colegas a cambio de “décimas de porcentajes de la distribución secundaria”, como admitió años después un protagonista de esas deliberaciones.

Los perjuicios que los dos gobernadores causaron a las finanzas de sus provincias fueron rápidamente compensados. Desde la Presidencia de Menem, La Rioja fue la más favorecida en el reparto de los ATN. Y el vicepresidente Eduardo Duhalde puso como condición para presentarse como candidato a gobernador el reintegro de los recursos perdidos.

Ese fue el origen del Fondo del Conurbano, que no paró de crecer hasta que en 1995 el resto de los gobernadores aprovechó el distanciamiento entre Menem y Duhalde para ponerle un tope.

En definitiva, fue un parche sobre otro parche.

Tres décadas después, la tensión entre Buenos Aires y el resto de las provincias puede dar lugar a una nueva disyuntiva política, esta vez protagonizada por representantes de partidos enfrentados.

¿Qué posición tomará en lo referente al Fondo del Conurbano Cristina Fernández de Kirchner en caso de ser electa senadora por la provincia de Buenos Aires, si es que tiene aspiraciones para volver a la Presidencia en 2019? Atención gobernadores: no será lo mismo que pelearse con un presidente y una gobernadora de otro partido.

¿Mantendrá María Eugenia Vidal su actual postura dentro de dos años, aun a riesgo de que Cambiemos pierda el apoyo del resto de las provincias? Atención oficialistas: presentar a veintiún candidatos a gobernador en disidencia con una de las principales dirigentes del mismo espacio político no es la mejor estrategia para una campaña electoral.

Demasiadas complicaciones derivadas de la vieja costumbre de seguir emparchando los andrajos de una estructura impositiva desquiciada. La Nación, Buenos Aires y las otras veintitrés jurisdicciones tendrán la oportunidad histórica de estrenar un traje nuevo y ponerle fin a la coparticipación, devolviendo a las provincias su facultad original de establecer y recaudar sus propios impuestos. De esa forma, acabarían los tironeos por los recursos entre las tres partes.

No obstante, la experiencia histórica no deja demasiado espacio al optimismo si se admite que la creación de impuestos en la Argentina no obedeció a razones de justicia y equidad sino a la urgencia de recaudar. Y en eso, todas las partes son rápidas para ponerse de acuerdo.