Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Para qué sirven las monjas

Escribe Miguel Angel Asad
Para qué sirven las monjas. Notas y comentarios. La Nueva. Bahía Blanca

Nació un 15 de mayo de 1925 en el Chaco santafesino, en el pueblo de Las Garzas según fue anotado, pero en realidad fue hijo del monte, la foresta y la naturaleza.

Nació del matrimonio de un nativo de la zona, bautizado, a instancias de su madre Feliciana Cereijo de Rodríguez, con su verdadero nombre: Eraclio Catalín Rodríguez, y vivió su infancia en Alto Verde, un pueblito humilde del litoral argentino, donde empezó a crear canciones viviendo y sintiendo la realidad del pueblo (palabra hoy depreciada), comprometido con sus vivencias y el duro vivir del gaucho argentino, a los 17 años se largó solito para probar suerte en Buenos Aires.

En realidad, cantó de todo. Tangos,boleros y lo que se cruzara, porque el hambre “tiene cara de hereje”, hasta que pudo imponer un estilo donde prevalecían canciones folklóricas comprometidas con el amor, los trabajadores, las injusticias y la lucha contra todo tipo de autoridad, al igual que Hernández en el Martín Fierro, que lo manda a la frontera dejando a sus hijos en manos del Viejo Vizcacha, o Larralde (“asigún dicen,nací varón porque en la estancia faltaba un peón / me lo contó un día el patrón”), o las duras estrofas de Atahualpa Yupanqui y de su esposa. Un festival en Moscú influye a fuego en su vida ¨tanto profesional como personal: le llamaríamos todos Horacio Guarany.

Antes de partir, grabó su primer LP -como esos que ahora vienen a desplazar al CD- y, a su regreso, ya estaban sus canciones en boca de todo el pueblo argentino gracias a la difusión realizada en las audiciones radiales de la época. Fue uno de los pioneros, inaugurando el famoso Festi val de Cosquín, en 1961, y su participación se hizo un clásico del mismo.

En 1972 filma su primer largometraje, titulado Si se calla el cantor, con Olga Zubarry. En 1974, filma La vuelta de Martín Fierro. Después, se exiló en España mientras la dictadura argentina -apoyada por la U.R.S.S.- hizo desaparecer todos sus discos, hasta que Horacio volvió a la Argentina en diciembre de 1978, pese a su publica afiliación al Partido Comunista, razón por la que debió conformarse con cantar en el interior del país. Su garganta no se privo de decir todo lo que su inspiración le animaba, y como amante del buen vino creó, en su casa del barrio de Coghlan, el famoso y bien conocido “Templo del Vino”, donde agasajó por muchos años a sus amigos. Sitio que sufrió varios atentados, no por el alcohol, sino por las ideas.

Ya Picasso había advertido: “El problema no son las cosas, sino las ideas que tenemos sobre las cosas”. Por inconvenientes personales conyugales, dejó el Templo y se fue a vivir a un barco, en el cual navegó por toda la Mesopotamia Argentina. Anclado el mismo en Olivos -cerca de donde el inquilino Menem se ocupaba de reciclar “zurdos”(Vg . Susana Valle, Prol, Galimberti y cientos más), Horacio cayó en un pozo depresivo que, amén del alcohol, lo tenía postrado en una encrucijada sin salida. Pero Dios escribe derecho con trazos torcidos, y una monjita admiradora y seguidora de los recitales de Horacio, pidió autorización para cuidarlo.

Y allí renació Horacio en plenitud, se enamoraron, la monjita pidió dispensa que le fue concedida, se casaron y tuvieron un hijo (Guillermito), y lejos del alcohol (embriagarse significa “ahogar una pena”),”supervisado” siempre por ella a la distancia desde su hogar en “ plumas verdes”-por las dudas o por la providencia-, circa el Santuario de Luján, Horacio fue acercado a la comunión dominical.

El cantor no tenía que “callarse” por estar cerca de Dios, a quien le entregó su alma el 13 de enero pasado. Dicen que Pío XII murió con dos incógnitas: una, qué era el Opus Dei y la otra, para qué servían las monjas. A la primera, se la sacó Juan Pablo II cuando echo mano a la Prelatura del Opus para mandar laicos a la ex URSS; y a la segunda,se la puede responder hoy Horacio Guaraní en persona. Como ayer Ramon Saadi, a quien la monja Marta Pelloni le hizo doler el asesinato de María Soledad Morales, y a los traficantes de bebés en Corrientes con sus miserias.

Lo mismo que hace la monjita argentina Akil en Siria, desnudando las mentiras de Barack Obama Hussein que alimentaba el ISIS.

Lo mismo que hizo la Madre Teresa en Calcuta. Lo mismo que hacen hoy sus monjitas bahienses, hijas del Dr. González Codony en el Mato Grosso brasileño. Amén.