Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Bahía, una ciudad pinchada

Por decenas se multiplican cada día las quejas de los bahienses por pérdidas en la red de agua, sin distinción de barrios, algunas menores, otras causantes de verdaderas lagunas, la mayoría de ellas generando el derroche del líquido por días y hasta semanas completas.

Los llamados a Aguas Bonaerenses SA (ABSA) se acumulan en supuestos pedidos de reparación que lentamente se van atendiendo, sin solución de continuidad ni una respuesta certera a los vecinos sobre cuándo se harán los necesarios arreglos.

La situación produce más fastidio cuando se advierte que la mayor aparte de los arreglos son verdaderos parches, en el sentido de que se necesitan unas pocas horas de uso para que la rotura de vuelva a verificar, como sucede cotidianamente.

No es novedad, a esta altura, que ABSA es una empresa quebrada, devastada, sin recursos y sin un plan integral de recomposición.

Si bien el intendente municipal, Héctor Gay, aseveró que en unos tres meses la propia gobernadora visitará la ciudad para dar a conocer las obras que “pondrán punto final al problema del agua en la ciudad”, sin duda es necesaria una respuesta en lo inmediato para atender este tipo de circunstancias cotidianas.

Se trata de disponer de fondos para la compra de materiales, conformar cuadrillas adicionales y tener recursos para reparar calles y veredas una vez realizadas las reparaciones.

No se concibe que hoy la empresa no disponga de camiones desobstructores por falta de recursos para su reparación, que los desbordes cloacales se repitan y no exista posibilidad alguna de remediarlos a pesar del grave riesgo sanitario que conforman.

Sería entonces adecuado que, además de las necesarias inversiones que permitirán mejorar el servicio -se habla de ampliar la capacidad e la planta potabilizadora, avanzar con la de reutilización-, también se hace indispensable contar con un plan de mantenimiento adecuado.

Esto es fundamental para atender a una red colapsada, que cumplió largamente su vida útil y que genera pérdidas que, de acuerdo a algunas fuentes confiables, deriva en que el 30 por ciento del agua de red se pierda antes de llegar a los domicilios.

Esos recursos deberían estar disponibles en el corto plazo y de manera constante. Los sufridos usuarios lo merecen.