Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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Caballos de policía

Escribe Mario Minervino

Hace 90 años, en septiembre de 1925, este diario ensayó una fuerte crítica al estado físico que presentaban los caballos utilizados por la policía para su movimiento en la ciudad.

Llamaba la atención de muchos, durante una época en que el ganado equino argentino recibía elogios del “Times” de Londres y los jurados europeos les hacían “juicios elogiosos”, que se observara en la ciudad ejemplares en verdadero estado de agonía.

Quien veía los rondines policiales no podía creer que esos animales fueran, junto con los cereales y novillos, la carta de presentación del país ante el mundo.

Ver a un “matungo policial” bahiense era una verdadera señal de alarma. Era común que cualquier agente pasara montado sobre un caballo “bajo, viejo, sucio y flaco como un arpa, aperado con cabezada de recado, montura tan vieja como el caballo y manteles rotos en pedazos”, según describió este diario.

Así aparecía uno en misión de control en plena Plaza Rivadavia, al mediodía.

“Parecería que aquel caballo hubiera querido destruir la fama de nuestra ganadería equina”, sostuvo el cronista.

Lo curioso es que, aun teniendo presente que “la caballada de la policía es mala, irregular y vieja”, el ejemplar en cuestión era el colmo de lo desastroso, al punto que se mencionó que “la ciudad no es un villorrio”, y se llamó a quienes representaban a la autoridad a no exhibir esa “deshonra de un linaje”. “Por lo menos, limpiarlos y darles de comer”, se dijo también.

Por estos días del siglo XXI, pocos caballos son montados por la policía, acostumbrada ahora a los veloces patrulleros modernos.

No sería bueno además que los mismos se viesen en mal estado, no sea cosa que terminen los agentes patrullando en alguna incómoda e inconveniente tricicleta.