El patrimonio está en peligro

Redacción de La Nueva.

contenidos@lanueva.com

El Juzgado de Faltas local analiza por estas horas un pedido de demolición de las tres casonas que ocupan otros tantos lotes de terreno en calle Brown al 400, incluidas en el inventario de bienes patrimoniales arquitectónicos de nuestra ciudad realizado por el municipio en 1992.

Los propietarios del bien contrataron los servicios de un profesional de la ingeniería, quien en su informe menciona el “riesgo inminente” de derrumbe que tiene el inmueble, su estado irreversible en cuanto a una eventual reparación y la necesidad de poner punto final al también calamitoso estado en que se proveen los servicios quienes, de manera ilegal, ocupan los locales del lugar.

Los responsables del Juzgado harán ahora una serie de consultas adicionales a entendidos en la materia, de manera de confirmar lo que además fue ratificado por técnicos del municipio, acerca de la riesgosa inestabilidad de la obra, situación que incluso llevó a montar una precaria defensa de chapa y madera sobre la vereda.

Una visita al lugar en cuestión permite verificar a simple vista el delicado estado de la situación, con una fachada que muestra preocupantes grietas y roturas en sus molduras, con balcones de los cuales salen plantas y todo un conjunto de elementos que parecen dispuestos a caer en cualquier momento.

si delicado es el exterior, el interior casi puede calificarse de ruina, con viviendas completamente degradadas, cielorrasos con sus hierros oxidados, vidrios rotos y, lo más preocupante, un esquema de instalaciones de servicios –sobre todo electricidad y gas- completamente precario y alejado de cualquier situación de seguridad.

La pregunta es, entonces, si lo que en realidad está faltando en la ciudad es una política adecuada de control de estos bienes, de presupuestos disponibles para poder colaborar con los propietarios en el mantenimiento y cuidado de los mismos al tiempo de instrumentar mecanismos de control que permitan asegurar su cuidado. La realidad es que los bienes patrimoniales locales están librados a su suerte y su destino será, inevitablemente, el menos deseado.

Un renglón final para el caso de la casona de calle Brown. Es bueno recordar que la misma fue seleccionada por ser un modelo de conventillo de principios de siglo XX, para entender cómo eran aquellas propuestas tan habituales para los inmigrantes.

Este inmueble ya nada tiene de aquello y hasta es una utopía pensar en entrar para tomar ese conocimiento. Su objetivo, entonces, no se cumple.