Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Vuelos a la costa

Escribe Mario Minervino

Hace 85 años, en octubre de 1929, el piloto Domingo Irigoyen anunció su voluntad de establecer vuelos aéreos entre nuestra ciudad y las ciudades veraniegas de Mar del Plata, Miramar y Necochea.

Irigoyen fue uno de los primeros bahienses en disponer de su brevet de piloto de aviación, medio de transporte que por entonces emocionaba al mundo. Pero además se aventuró a anunciar la puesta en marcha de un servicio de verano para unir nuestra ciudad con la costa.

“Año tras año crece el número de familias que se ausentan a playas veraniegas para disfrutar de una temporada propicia a la restauración de energías”, mencionó este diario, al dar cuenta de la iniciativa.

Teniendo en cuenta las dificultades que implicaba la traslación a aquellos centros, Irigoyen formó una sociedad para poner en funcionamiento servicios aéreos. Para eso adquiría máquinas del Farman Limoisine, de seis asientos, con motor Gnome de 250 HP, cabina “cómodamente dispuesta”, butacas independientes y una velocidad crucero de 170 km/h. Los viajes tendrían lugar los sábados a las 14, llegando a Mar del Plata a las 16, y regresando el lunes a las 9.

A pesar de lo interesante de la iniciativa, Irigoyen debió distraer su mente al ser contratado como piloto de la Aeroposta Argentina, que ese mes inició sus vuelos entre nuestra ciudad y Comodoro Rivadavia con los Laté 25 y Laté 28.

En 1933 completó 450 horas de vuelo, lo cual lo convirtió en el aviador que más tiempo pasó en el aire ese año. En 1940 cumplió un millón de kilómetros recorridos, y un almuerzo sirvió para rendirle homenaje “como conductor de máquinas aéreas y caballero de relevantes condiciones”. Irigoyen dejó Aeroposta en 1945, como comandante, para dedicarse a atender sus campos en Santa Cruz. Murió en abril de 1975.