Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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El Mercosur y la vecina África

Escribe Alberto Asseff

Es un tema cultural: estamos lejos de los que se hallan cerca. Es una aberración geopolítica. Un habitante de la ubérrima –aunque por falta de previsión y obras, hoy inundada en vastas áreas – Pampa Húmeda o de los estados sureños del Brasil, incluyendo a San Pablo, está cultural y mentalmente más próximo a los Estados Unidos y a Europa que al África. Peor aún, piensa que está más distante del altiplano boliviano que de Miami o París.

Esta cultura de trasplante amerita una ardua faena contracultural. En el éxito de esta tarea contracorriente radica que podamos lograr finalmente un rumbo de prosperidad.

Si bien le hemos vendido tecnología nuclear – ganando la competencia a primerísimos países del mundo – a Australia, que es una nación de alto rango, lo cierto es que nuestros éxitos en exportación de esa tecnología se produjeron en Argelia, Egipto y Perú, entre otros países.

Y si no obtuvimos más despliegue fue porque nuestro poder nacional se fragilizó a horcajadas de los recurrentes y penosos desencuentros políticos internos. Lo mismo que conseguimos en esa materia – a través de una empresa que modélica, INVAP- podría abarcar a la industria de maquinaria agrícola de Santa Fe, la capacidad para construir carreteras, de aparatología médica, hospitales llave en mano, servicios satelitales, la producción de semillas y agroquímicos, de aviones de entrenamiento y patrullaje– Pampa y Pucará -, buques petroleros y cargueros en general, la técnica de la siembra directa y otros avances en materia agrícola – a través de otro paradigma, el INTA – y hasta la industria cinematográfica – obviamente, haciendo buen cine, distante de la corrupción del Incaa – y mucho más.

¿Quiénes necesitan de esos productos argentinos con agregado tecnológico y de conocimiento? ¿Alemania o África? ¿Francia o el sudeste asiático camino a emerger?

Naturalmente que nuestro potencial mercado se encuentra – además de Sudamérica y América Central y el Caribe – en el continente contiguo y por extensión en el Cercano Oriente y el sur asiático en vías de desarrollo, desde la ex Birmania hasta Vietnam y Filipinas.

En ocasión de su renuncia, la excanciller argentina le recomendó a su sucesor que “está pendiente África y el sudeste asiático”.

Ese consejo contiene una realidad corroborable y añeja en sus antecedentes. La Argentina se desentendió del continente vecino – sobre todo de los países subsaharianos - y cuando hubo un intento de acercarnos, como con Angola, la improvisación, la demagogia y la falta de seriedad transformaron ese acto en el hazmerreir de todos.

No se puede llevar un prototipo de tractor que ni siquiera estaba probado, con remotas posibilidades inmediatas de producirlo en serie más allá del interés inicial de los angoleños.

Se fue a Angola con barras y feriantes para trasladar hasta allá el ‘relato’. No para expandir con visión y pragmatismo nuestra economía. Es la distancia que va de los estadistas del bien común a quienes tienen mirada corta, que no supera el zócalo.

África tiene 54 países producto de la ‘maravillosa’ geopolítica de las potencias coloniales que aplicaron a rajatabla el antiquísimo “divide et impera”.

Algunos están hundidos en las guerras étnicas, saqueados por la corrupción y el totalitarismo. Empero hay dos que hablan español – Guinea Ecuatorial y Sahara Occidental y cinco la lengua hermana – portugués. Son Mozambique, Guinea-Bissau, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe y la citada Angola.

Existen además otros estados claves para anudar mejores vínculos: Sudáfrica, Argelia, Egipto, para mencionar a algunos. Brasil tiene muchas embajadas en el continente. Tres veces más que nosotros.

Una estrategia mercosureña podría ser el comienzo de una nueva era en el intercambio comercial y en todos los planos, incluyendo el cultural.

Y, por supuesto, con una perspectiva política.

El orbe necesita cambios. Hamburgo en estos días es una patente muestra. Una mancomunión sudamericano-africana podría ser tan novedosa como impactante.

Los presidentes del Mercosur deberían planificar una reunión con sus pares en el marco de la Unión Africana.

Con una agenda preparada con prolijidad para que no sea sólo una gran foto, sino el comienzo de una nueva época por estos lares del planeta.

La Argentina, Brasil y todo el Mercosur tienen que elaborar una detallada lista de todo lo que podemos ofrecer al África y de lo que demandamos de ella. Nuestros vecinos allende el Atlántico harán lo propio. Consecuentemente, podríamos darle al mundo entero una grata sorpresa: de una cumbre dimanan resultados concretos y no sólo un comunicado conjunto.

El presidente chino hace menos de dos años recorrió toda África y luego se reunió con la Unión Africana. La sabiduría estratégica de los chinos nos brinda una pista de lo que tenemos que hacer.

El caso Sudáfrica es singular.

Como lo viene sosteniendo desde añares Francisco Benard, con ese país tenemos que ejecutar una relación estratégica especial que incluye la defensa del Atlántico Sur. Para el pueblo argentino y su sentimiento malvinero sería un enorme paso adelante. Para los intereses compartidos de América del Sur y su correlato en África occidental también.

Aunque sabemos que el nuestro no es tiempo épico, bien valdría acometer alguna hazaña geopolítica.