Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Sobre las competencias parentales

Escribe Mariángeles Castro Sánchez*
Sobre las competencias parentales. Notas y comentarios. La Nueva. Bahía Blanca

La parentalidad, etapa central de la existencia familiar, es la labor de padres y madres encaminada a la crianza y educación de los hijos. Su experiencia atraviesa un período de relevancia capital en la vida de las personas y se proyecta hacia el futuro. Puesla familia sigue siendo, aún hoy, un ámbito nuclear desde el punto de vista ontológico; probablemente porque su huella es la primera y más persistente, y porque las relaciones intrafamiliares suelen caracterizarse por una intensidad afectiva especial, una marcada permanencia temporal y una capacidad configuradora de la totalidad de los vínculos posteriores. Reflexionemos, pues, sobre la trascendencia que en nuestros días obtiene un ejercicio parental competente.

Es claro que la parentalidad evoluciona a medida que los años transcurren y las sociedades discurren sobre su realidad, así como resulta evidente también que los niños y jóvenes no sólo reciben mandatos del contexto familiar, sino que a medida que van creciendo aumenta en ellos la ascendencia de otros entornos, como los pares, la escuela y los medios de comunicación. No obstante, la familia continúa operando como punto de anclaje en medio de las continuas y vertiginosas transformaciones que las sociedades experimentan.

Existe hoy amplio consenso en que los padres influyen de forma decisiva en el desarrollo del niño. En esto rige actualmente un criterio unánime; tanto es así que la calidad parental que el hijo recibe se considera el principal factor de riesgo modificable que incide en la presencia de problemas emocionales y conductuales. La interacción padres-hijo afecta diversas áreas del desarrollo, incluyendo la autoestima, el rendimiento académico, la cognición y la conducta. Una parentalidad responsable y receptiva estará ligada a emociones positivas en los niños, y, por el contrario, la vivencia de una parentalidad problemática podrá relacionarse con la adopción de actitudes negativas o disfuncionales.

La pregunta es, entonces, ¿qué hace que los padres ejerzan la parentalidad de la forma en que lo hacen? En la respuesta confluyen tanto factores personales y sociales como contextuales, que modelan el estilo de crianza de los hijos, incluyendo características individuales de padre y madre, la historia de su propio desarrollo, su estructura psicológica y rasgos de personalidad, el contexto social en que están inmersos y la información que poseen sobre sus funciones específicas. Conocimientos, habilidades y actitudes que convergen en el ejercicio parental: estamos hablando, sin más, de competencias parentales.

El de competencia es un concepto integrador, referido a la capacidad de las personas para generar y coordinar respuestas que involucran los planos afectivo, cognitivo, comunicacional y conductual. Así, las competencias implican, en todos los casos, una amalgama de recursos volcados a la ejecución y contextualmente desplegados. Situados en el ámbito familiar, entendemos por competencias parentales las capacidades prácticas de cuidado, protección y educación de los hijos, tendientes a asegurarles un crecimiento saludable. Tales competencias nos permiten afrontar de forma flexible y adaptativa la vital tarea de ser padres, que no sólo girará en torno a la atención y nutrición de los niños, sino que se traducirá fundamentalmente en una acción educativa intencional y direccionada a su desarrollo integral e integrado como personas.

En el Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral somos plenamente conscientes de la necesidad de formación en competencias parentales que se ha instalado en el complejo escenario actual. Es por eso que diseñamos e implementamos diversos programas formativos, que apuntan tanto a la generación y el perfeccionamiento de profesionales en el campo de la familia -orientadores familiares y familiólogos- como a la formación de padres. Con vistas a prestar un real servicio sobre la base del fortalecimiento parental, nos valemos de la tecnología para potenciar nuestra llegada a participantes de todo el país y del exterior.

Nunca está de más insistir en que las competencias parentales no están dadas por la capacidad de procrear, sino que son el resultado de procesos en los que intervienen nuestras posibilidades personales innatas, los aprendizajes sociales alcanzados, lo adquirido culturalmente y las experiencias de parentalidad recibidas, que tejen el entramado de nuestra cobiografía íntima. Asumir una parentalidad competente es, por tanto, producto de diferentes factores. Y es por esto que la adquisición de competencias para su ejercicio sano y funcional resulta elemental, brindándonos la posibilidad de concretar una gestión comprometida y cualificada en beneficio de las generaciones venideras.

* (Profesora de la Universidad Austral)