Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Los verdaderos “ni-ni”

Escribe Miguel Angel Asad

Se llenan la boca hablando sobre los jóvenes que ni estudian ni trabajan, pero están los policías ni: ni los desafectan, ni cumplen como servidores publicos, ni se premia al que trabaja ni se impiden los ascensos de los que tienen condenas penales reiteradas.

Están los jueces “ni”: ni aplican las leyes con el rigor que debieran, ni renuncian a ninguno de sus numerosos privilegios, ni confiesan que son abolicionistas, ni son de verdad garantistas, ni se sacian de requisitos para otorgar las órdenes de allanamiento, ni salen de sus burbujas de cristal para comprender la realidad de tantas victimas indefensas.

Están las fiscalías “ni”: si se les da la tantas veces prometida policía judicial, ni se cubren sus vacantes, ni menguan los delitos de cada turno, ni el gobierno de la provincia de Buenos Aires los apoya, ni manda mas presupuesto para mas personal.

Están los legisladores “ni”: ni tienen imaginación para proponer la sanción de leyes indispensables, ni se rebajan un mango de sus dietas, ni se dan cuenta de que serruchan la rama del sistema que los sentó en sus pupitres,ni asisten a las sesiones ni debaten.

Están los políticos “ni”: ni se les nota una neurona de estadistas, ni cumplen con las promesas electorales,como si hubiesen llegado a sus ministerios por designios de los dioses paganos, ni sus declaraciones juradas responden a la realidad, ni van a morir empobrecidos.

Están los adultos “ni”: que dan el ejemplo de irse a dormir con la infaltable droga lícita de la pastilla diaria para sedarse, para no tener hijos, para adelgazar, para la bulimia, para tener sexo, para no deprimirse, ni se preocupan por evitar que la ciudad esté llena de alitas de mosca, paco, éxtasis, coca o LSD.

Están los periodistas “ni”: ni cantan verdades con coraje cívico, ni gritan ante el silencio cómplice de la pauta publicitaria.

Están los hijos “ni”: son los huérfanos con padres vivos.

Están los maestros “ni”: ni disciplinan, ni exigen, ni enseñan, ni cumplen con el mínimo de días de clase anual, ni forman aunque protesten injustamente sobreprotectoras las madres cardíacas o los papás que las desautoricen.

Están los hospitales “ni”: ni erradican los virus hospitalarios ni las moscas de los quirófanos, ni se acuerdan de exigir a sus médicos la excelencia humanitaria que presupone la humildad de creerse superiores por soberbia, ni se preocupan si detrás de una aparente apendicitis se esconde un aborto o un raspaje, ni controlan que la atención de las enfermeras dependa de propinas.

Están las clínicas privadas o públicas “ni”, que ni se detienen en advertir a los padres ansiosos que la fertilización asistida no es solo asistida, sino que además es abortiva de embriones fecundados.

Están los sacerdotes “ni”, que ni creen en la humildad de Francisco ni están convencidos totalmente del celibato, ni se atrevieron a hacer lío fuera del limite de sus parroquias (ni uno en las marchas pidiendo justicia), ni cumplen con el mandato fundacional de las órdenes a las que pertenecen.

Están los clubes de futbol “ni”, que ni fomentan ya el deporte sino la venta de jugadores para el lavado de dinero.

Está la hinchada y la barra brava de futbol “ni”, que ni se pone colorada en ovacionar entusiasmada a un director técnico violador de un niño al grito de “dale macho”, que el “Bambino” ni se preocupaba por disimular.

Está la convocatoria a votar “ni”a menores de edad, a los que luego no se les abren horizontes de estudio, ni de trabajo, ni se les respeta a rajatabla la convención internacional de sus derechos constitucionalizados.

Está la rebaja de la edad para manejar “ni”, haciéndoles creer que es porque confían en ellos,cuando en realidad son carne de cañón para que en su mayoría caigan en accidentes de transito (especialmente en motos) y así haya mas órganos jóvenes para el trasplante, que sigue engrosando el trafico irregular de aquellos.

Está la parodia “ni” de santificar al padre Brochero, pero se oculta que este sacerdote de trocha ancha escribía dolorido desde su recluido refugio solitario de leproso: “No me visitan las monjitas ni los amigos ni los vecinos ni los jesuitas.”

Con el periodista “Gonzalito”, ni la acertó el 911, ni andaba el tomógrafo burocrático del Penna, ni bastaron las largas horas que le entretuvieron en una muerte que sagazmente ni esquivó su novia, ni la parca felizmente se obstinó en insistir, ni Dios le soltó la mano, ni su madrecita se quedaría huérfana de “vos sos mi voz”.

Esta la provincia de Buenos Aires y el país “ni”: ni carreteras seguras,ni hospitales, ni gasa,ni plata para sueldos, ni remoción de palos en la rueda.

¿Entonces? Es una hipocresía estigmatizarlos como que fueran estos jóvenes los reprochables “ni”, cuando el mundo de los adultos es el que consume mas drogas, evade impuestos, miente desde las bancas legislativas, roba a cuatro manos desde la función publica, trafica la droga que arma en laboratorios clandestinos (protegidos), legitima el negocio de la efedrina, con la complicidad de altos funcionarios del gobierno, lava dinero sucio con el que financia las campañas electorales, se enriquece o goza con la prostitución de sus jovencitas, promueve la igualación de los inmorales y no le importa que el paco queme las neuronas de sus niños mas pobres.

Esta la mentira “ni” sobre la verdadera guerra de los 70: ya ni de dos ni de tres ni de mil demonios. Ni todos inocentes los amnistiados ni solo izquierdos humanos excluyentes

Hasta que Dios ya no se compadezca de esta Argentina yacente y nos envíe a su ángel exterminador con su espada flamígera (Apocalipsis dixit).