Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Elogio de la solidaridad

Escribe Roberto Fermín Bertossi

El miércoles pasado, celebramos la “solidaridad hecha carne” a raíz del nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta, cuyo “darse” fue tan fecundo y ejemplarmente elocuente que “sacudió y admiró” al mundo entero.

Entre nosotros, no otra cosa que esa magnánima solidaridad es la que se hace presente, sin ir más lejos, para afrontar los estragos hídricos sólo en Córdoba a principios de este año o recientemente, ante sus réplicas (previsibles), en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe.

Los argentinos, desde su solidaridad, exhiben su mejor capital humano, pero también desnudan impericia, ineficiencia e imprevisibilidad gubernamentales, a las que, precisamente, “nuestros solidarios”, como pueden, salen a suplir espontánea, oportuna y silenciosamente.

Exactamente, de esas “anomalías y corruptelas públicas” proviene el abandono de jubilados, de aborígenes, de excombatientes, de maestros y médicos rurales; de la infraestructura, la tragedia de Once, Cromagnón, las inundaciones, los incendios y las nuevas esclavitudes.

¿Cuántas esclavitudes y disvalores? Esclavos de la indigencia, de los analfabetismos, de la desocupación, de la mentira y del INDEC, de los adminículos tecnológicos, de la corrupción, de la droga, de la prostitución, de lo superficial, del consumismo, de la ignorancia, de gremios y corporaciones, del cinismo, de la televisión y de la estupidez…

Penosamente, con la degradación de funcionarios, legisladores y el descrédito derivado del pésimo servicio e imagen de la justicia, lograron introyectarnos una tremenda convicción: “En estas circunstancias, la democracia misma resulta un sistema impotente para investigar y condenar delitos cometidos por autoridades públicas”.

Pero entonces, ante Estados anodinos, corrompidos e indolentes que nos han desprotegido dejándonos “tan solos”, ¿quién debe ejercer el gobierno logrando el bien común?

¿Los políticos elegidos por el pueblo o, impropiamente, Cáritas, Red Solidaria, lo que queda del noble ejército argentino, bomberos voluntarios, las ONG, el Padre Pepe, el cura párroco de Salto, las iglesias, algunas radios, clubes, deportistas y artistas solidarios?

¿Quiénes se apropiaron de los recursos públicos destinados específicamente a infraestructura? Ejemplos: I) Para un sistema de desagote coordinado e integrado federalmente, para evacuar y, en lo posible, acopiar estratégicamente todo excedente hídrico; II) Para un programa de caminos y autopistas que conecten, apropiada y suficientemente, provincias, municipios, ciudades, barrios, regiones urbanas y rurales, etc.; III) Para “el reciclaje de la excelente red ferroviaria federal argentina”, de la cual, sólo en Córdoba, propietarios rurales establecidos a la vera en rutas paralelas (1, 10, 17, etc.) “confiscaron” tierras fiscales, durmientes, rieles e instalaciones ferroviarias para proceder con toda voracidad a incrementar perversamente monocultivos, sin que ninguna procuración ni fiscalía estatal haya reclamado por tanto bien público, imprescriptible.

Preconclusivamente, sin demora deberemos encontrar el camino para una emancipación ciudadana, mancomunadamente solidaria, que nos libere “a tiempo” de tantas esclavitudes y denigraciones propias de disvalores inaceptables.

Sólo así podremos ir recuperando, sin intermediarios ni politiquerías, el señorío personal propio “de ser”, de ser dignos, “libres”, “sin dueños ni miedos ni estafas”; un ser personal más abierto al encuentro y cuidado recíproco con el otro… ¡pero a buen resguardo de todo corrupto!

Ojalá entonces que la memorable y fecunda ‘gota en el mar’ de Madre Teresa nos salpique con un diluvio de dignidad, de argentinidad, de saciedad e independencia; con un cataclismo regenerador y salutífero que despierte e incremente solidaridades incombustibles que sirvan también para refortalecer e imbuir instituciones y poderes desde un voto popular nuevo, con más racionalidad y solidaridad para más señorío ciudadano y ninguna esclavitud populista.

Finalmente, en todo caso, que sólo se inunde –definitivamente- toda escoria política junto a las caricaturas democráticas y a los simulacros republicanos.