Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Los conocidos de siempre

Escribe Luis Tarullo

Si a alguien le quedaban dudas sobre la mentira de las paritarias con topes, cada día puede comprobar lo contrario. Las máscaras de una comparsa desafinada siguen deshilachándose a cada paso y hay gremios que anunciaron acuerdos sobre aumentos salariales de hasta 40 por ciento.

Realmente parece una burla y una pérdida de tiempo detenerse en esta situación caracterizada por la mendacidad.

Muchos de esos pactos anuncian un aumento de 27 por ciento, el número que le encanta el Gobierno, pero trascartón viene una retahíla de sumas fijas, incrementos en adicionales, montos no remunerativos, etcétera, etcétera, lo que robustece de manera notoria el porcentaje.

Encima, sin pudor, el ministerio de Trabajo (o sea, el Gobierno de CFK) no tiene empacho en desdecirse y homologar los acuerdos, cuando hace solo un puñado de semanas había advertido que no iba a reconocer aumentos superiores que se arrimaran o superaran el 30 por ciento.

Es así, entonces. Quedarse en esta cuestión es perder el tiempo, pues como se ha dicho, cayó el velo y no hay más nada que discutir al respecto.

Pero es importante mirar hacia el futuro, más allá del 10 de diciembre. Sucede que también habrá una herencia para empresarios, sindicalistas y nuevas autoridades. Sobre todo estas últimas.

Nadie puede prever qué ocurrirá en materia inflacionaria después de que el nuevo Presidente y los renovados gobernadores, intendentes y legisladores se instalen en sus lugares.

Igual, habrá alivio para algunos, como el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, quien desprendido del lastre de la cartera laboral se concentrará en su labor como diputado porteño (concejal).

Varias organizaciones han establecido en letra minúscula, como para no remover el avispero, que si los aumentos de precios siguen destruyendo los salarios pedirán la reapertura de paritarias. Esto se traduce, con sus más y sus menos, como la cláusula “gatillo” de las épocas de la hiperinflación.

En la política argentina se instaló el mito de los primeros 100 días de gobierno, versión que arrastra inmensas dudas sobre su basamento científico. Pero es real que una administración necesita asentarse y ubicar los trebejos en el tablero que hereda, especialmente en esta ocasión, con un baremo de desaguisados más que amplio.

Los gobiernos suelen actuar ante sus sucesores como esos inquilinos que, a la hora de desocupar un departamento, le dejan montones de problemas al propietario. Esta vez no será la excepción. En el rubro laboral y en muchísimos otros.

Lo grave de esta situación es que varios de quienes tienen posibilidad de acceder al poder dan la impresión de no interpretar cabalmente lo que les tocará.

Los sindicalistas tienen esto muy claro. Se prevé, como ha ocurrido siempre, que al principio habrá una carta de crédito para los nuevos gobernantes.

Pero así como los gremios obtienen beneficios de las estructuras oficiales (por ejemplo en materia de obras sociales) también son siempre conscientes de que sin el apoyo de sus afiliados pueden terminar en la banquina.

Y que de continuar la inflación los salarios seguirán cayendo como por un tobogán. Por eso se habla de que la época de marzo/abril (tras el acomodamiento de los nuevos y no tan nuevos y luego de las Fiestas y las vacaciones) podría ser un período bisagra como para ir oteando la actitud de los gremios.

Quizás para esa fecha (y por qué no antes?) los dirigentes de cuño peronista estén nuevamente unidos.

Además, ya les avisaron con diversas señales a todos los políticos que, de no haber cambios con respecto a la línea seguida por el actual oficialismo, no les temblará la mano para accionar por sus demandas.

O sea, actuarán como históricamente lo han hecho. Como los conocidos de siempre.