El trabajo docente

Redacción de La Nueva.

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El sindicalismo docente argentino logró desde hace tiempo instalar que su tarea es la de un trabajador que tiene que alimentarse, vestirse y mantener y desterrar lo meramente vocacional, aunque aún resta lograr que el salario se unifique en el país, dado que el sueldo está diferenciado en cada jurisdicción.

Pero los docentes aún libran algunos combates respecto a otros gremios en cuanto a la definición de su tarea que los distingue de otras, al sostener que deben construir en el alumno el entramado de conocimientos, su inserción social y su formación ética como futuros ciudadanos.

Los docentes argentinos tuvieron que enfrentarse a legislaciones, circulares de las dictaduras y hasta usos y costumbres, que en muchos casos los colocaron en pedestales no pedidos, entre ellos de ser los “encargados” de educar, cuidar y hasta de limpiar las escuelas, como ocurrió en otro siglo, o ser los responsables absolutos de niños y jóvenes, como les siguen reclamando gobiernos y progenitores.

Del otro lado de la vereda, reciben múltiples críticas por las extensas licencias, reiteradas inasistencias y usos y “abusos” de medidas de fuerza, principalmente hoy como herramienta de presión salarial.

De todos modos, no es nuevo el uso de las medidas de acción que caracterizan a los maestros de nuestro país.

Ya en 1958 del primero al 21 de octubre tuvo, una extensa huelga de maestros en reclamo del Estatuto, que encabezó Teresa Palacios, quien luego fue fundadora de la numerosa Federación de Educadores Bonaerenses (FEB), que hoy conduce Mirta Petrocini, quien intenta mantenerse equidistante de las centrales obreras y los gobiernos de turno.

También lo hicieron durante los 45 días de paro y la Marcha Blanca de los años 80 contra el gobierno de Raúl Alfonsín -quien intentó dividirlos gremialmente- en reclamo de algo tan actual como fue el salario único en todo el país: a igual trabajo, igual remuneración, que aún no se cumple, la paritaria nacional y las leyes de Financiamiento y de Educación con las que actualmente se cuenta.

En la era menemista, las huelgas y la icónica Carpa Blanca constituyeron otra prueba para un gobierno que quiso enfrentarlos y echarlos del ministerio de Educación con la seguridad privada cuando reclamaron por un fondo permanente de recursos para la educación, área de donde siempre se recortaba.

Sergio Zaninelli, dirigente de los profesores universitarios de CONADU Histórica, recordó que en Argentina el proceso de sindicalización docente “fue paralelo a la institucionalización de la educación pública” y destacó que “desde sus inicios, los sindicatos docentes sostuvieron que lo político, lo pedagógico y lo laboral son indisociables, y apostaron por democratizar la educación”.

Recordó que maestros y profesores “resistieron a la dictadura militar en los 70 y lucharon contra las tentativas de vaciamiento y privatización de la educación durante la democracia, es vinculada al individualismo neoliberal que tanto daño hizo a nuestro país”.

Una investigación de María Eugenia Grandoli y Carolina Ambao, de la Universidad Pedagógica, resaltó que en Argentina cerca de 1,2 millones de personas se dedican a la docencia lo que representa un 8% de la fuerza laboral.

Destacaron que “la constitución del moderno educativo en las últimas décadas del siglo XIX es la que pone en marcha la institucionalización de la profesión”, y sostienen que “muchas cosas cambiaron en el trabajo docente desde su etapa fundacional; otras, no tanto”.

Actualmente los dirigentes docentes aún libran sus “contiendas” por la unificación salarial en el país donde dos maestros no ganan el mismo sueldo, como suele reclamar el jefe de la UDA, Sergio Romero, y por la reforma tributaria para que los eximan de Ganancias, por mejoras en condiciones edilicias, la erradicación del hostigamiento y la violencia entre alumnos.

Así también, entre sus tareas, los maestros se convirtieron en eficaces auxiliares en el combate contra la utilización de niños en trabajo infantil y la trata.