Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Una sanción equivocada

Escribe Daniel Zolezzi
Una sanción equivocada. Notas y comentarios. La Nueva. Bahía Blanca

I.- El reciente naufragio de un barco que llevaba “ilegales” rumbo a Italia ha motivado que un organismo de las Naciones Unidas, su Agencia para los Refugiados – ACNUR – reprendiera a la Unión Europea por no haber podido evitar la tragedia.

II.- Resulta inconcebible que el reproche haya sido dirigido a la U.E – lugar al cual aspiraban a llegar los infortunados náufragos - y no a Libia y a otros países del norte de África, desde donde ellos parten.

III.- Lo hacen en buques precarios, fletados por mafias que lucran con la desesperación de hombres y mujeres sin destino en sus países de origen. Y esa inhumana trata de humanos, se hace con la complicidad de las autoridades de los países de partida.

IV.- Para evitar tragedias así, es más que obvio que lo que debe impedirse son esas salidas ilegales, en lugar de proponer que haya más barcos que patrullen el mar, para el caso, casi seguro, de futuros naufragios.

V.- A la medrosa burocracia internacional le es más fácil coger el rábano por las hojas. Compromete menos criticar a la comprensiva conciencia europea, que reprochar la complicidad de los países que atraviesa la caravana de cuasi esclavos que, además, paga caro su riesgosísimo transporte.

VI.- Se ha dicho que Europa debería recibir al millón de emigrantes que, en las costas de Libia, espera cruzar clandestinamente el Mediterráneo. Como si en ese continente se debiera asegurar trabajo y vivienda, no solo a sus ciudadanos, sino a todo el que quiera llegar a él.

VII.- Hay en Europa población de origen africano y asiático, no siempre asimilada y, en muchos casos, absolutamente inasimilable. Lo prueba el hecho de que han nacido allí algunos de los extremistas islámicos que difunden sus crímenes mediante sádicos videos (y que matan a quienes son de etnia europea o de religión cristiana, precisamente por ser de etnia europea o de religión cristiana). Europa debe preservarse de ciertas formas encubiertas de invasión (aunque, hasta el presente, no lo ha hecho con la seriedad y la eficacia que son necesarias).

VIII.- Europa es más que la cuna de la civilización occidental; es, también, la matriz de la forma actual de civilización. Y como América es, en la feliz expresión de Paul Valery, “la proyección del espíritu europeo”, su vigencia no nos es indiferente.

IX.- Europa debe revertir su bajísima tasa de natalidad, y abandonar la comodidad cortoplacista de la mano de obra barata que le brinda la masa de emigrantes a cualquier precio. Más aún, si volviera a ser exportadora de su sangre, podría llevar, a comarcas de las que provienen los sufridos “ilegales”, mucho de lo que éstos van a buscar cruzando el Mediterráneo.

X.- El contrabando de humanos - en sí, repudiable– transporta, además, cierta cuota de aquellos que creen que es imprescindible borrar la cultura europea de la faz de la tierra. Un hombre de izquierda, Jorge Semprún, ha señalado a ese extremismo como la mayor amenaza que enfrenta nuestra civilización. La ACNUR debería pensar un poco en estas cosas, bien ostensibles, antes de retar a Europa.