Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Más de lo mismo en la ONU

Escribe Gustavo Chopitea

La eternamente postergada “reforma” del Conejo de Seguridad de las Naciones Unidas sigue dando que hablar. Como si, de pronto, se hubiera abierto alguna posibilidad real de poder discutirla seriamente y con posibilidades de acordar alguna de las muchas y diferentes alternativas que, para ello, están -desde hace rato ya- sobre la mesa.

Quizás porque las ambiciones de algunos países y sus clases políticas exigen que, pese a la innegable realidad de la falta de acuerdo, esa ambiciones se “mantengan vivas”. Con algo de “ruido de prensa”, naturalmente. Para que no caigan en el olvido.

Hace algunas semanas nuestro ahora “socio estratégico”, China, asumiendo su nuevo rol central en el escenario internacional, acaba de repetir que vería “con buenos ojos” las candidaturas de Brasil y la India a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Cabe apuntar que la Canciller de China lo afirmó mientras cerraba importantes acuerdos comerciales con la Argentina, que obviamente no endosa la candidatura del Brasil para un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, pero que -es cierto- no está en condiciones de poder cacarear sobre absolutamente nada, hundida en la recesión y con una aparente ciénaga política abierta que, de pronto, podría devorar hasta a algunas figuras centrales de su clase política. Nuestro país no ha hecho conocer a China su disgusto por su posición, ni puntualizado cuál es la suya.

Nada dijo China, en cambio, como ciertamente era de esperar, sobre la posibilidad de que Japón -su rival asiático histórico- también pueda acceder a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Pese a que, cuando se trata de Japón, hablamos nada menos que del segundo mayor contribuyente de fondos a la organización.

Ni una palabra dijo China tampoco sobre la posibilidad que pudiera corresponder a Alemania respecto de la membresía permanente en el Consejo. “Jueguito” político chino, entonces. Apenas eso. De espaldas a una Argentina que, obviamente, no le interesa demasiado.

La Argentina -desordenada y desorientada en su insólita política exterior- nada comentó. Quizás para no “irritar” al enorme y orgulloso país al que le está pidiendo favores.

Pero, ante lo sucedido, fue Pakistán quien puso, como es habitual, “el grito en el cielo”. En un andarivel diferente.

Su primer ministro, Nawaz Sharif, señaló -con meridiana claridad- al presidente norteamericano, Barack Obama, que su país no está, para nada, conforme con el aparente apoyo norteamericano a la candidatura de la India a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Candidatura que calificó de “inaceptable”.

Al propio tiempo, Sharif reclamó para Pakistán un trato similar al que los EE.UU. se apresta a conferir a la India.

Más de lo mismo, entonces. En todos los rincones de un escenario internacional cambiante y que, a la vez, parece bastante indefinido.