Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Una indiferencia peligrosa

por Jesús Fernando Taboada

Tres adolescentes quinceañeras, con formación europea, de diverso origen pero con una identidad común en su fe religiosa, han demostrado la fatal influencia de la penetración ideológica que se realiza en mentes juveniles para llevarlas a la fuga de sus hogares con el fin de asociarse a la Yihad islamista.

El Reino Unido se pregunta ahora cuáles han sido las razones de esta fuga, poniendo en tela de juicio las bases de su sistema educativo así como la influencia de los principios que hacen a la vida democrática y a las aspiraciones de su juventud.

Preocupa saber que una formación escolástica adecuada a las normas de los valores de Occidente dé curso a esta deriva ideológica, que permite ser captada por activistas que, con su prédica, rescatan valores del medioevo, y donde la igualdad de género se ve pisoteada.

Profundo equívoco de nuestra sociedad, al aceptar que la tolerancia prime sobre las necesidades de defensa de sus valores esenciales.

Simpleza y condescendencia han permitido que los reclutadores de la ignominia actúen impunemente frente a la pasividad que están constituyendo la base “occidentalizada” de las tropas del Estado Islámico.

La proveniencia de los activistas de la yihad es amplia y genérica. No solamente son los de países musulmanes quienes constituyen la base militar, sino también múltiples europeos en su mayoría de origen árabe, que no han logrado insertarse en la modalidad de la democracia ni de los valores de Occidente, y que actúan solapada o abiertamente en beneficio de la banda armada del Estado Islámico.

Acciones aisladas en París y Copenhague que se añadan al asesinato de 21 cristianos egipcios en Libia, de un piloto jordano, de noventa cristianos sirios y de otros múltiples atentados demuestran la pertinacia y tenacidad de este movimiento destinado a agredir Occidente y gestar la base de un desentendimiento abierto con el mundo islámico que no participa de la radicalización y extremismo.

Las acciones del EI se expanden y aceleran, constituyendo una inquietante preocupación en todos los sistemas de gobierno, al no poder preverse cuales serían los eventuales blancos y objetivos futuros. El terrorismo implica la desazón del desconcierto de saber sobre cuándo y cómo atacará, generando mayor alteración ante el orbe civilizado.

Estas agresiones no se limitan exclusivamente a los países europeos y eventualmente a los Estados Unidos, sino que se aplican en países africanos por vía de Boko Haram, grupo activo en Nigeria, y que ahora se extiende a Chad y Niger, que observa postulados de un irredentismo religioso total y procura finiquitar a la presencia de cristianos en dicho país, y recientemente en la frontera tuniso argelina se activaron focos de agresores que atacaron a unidades dispersas del ejército ocasionando nuevas muertes.

La disolución de la noción de un Estado en Libia añade mayores elementos de preocupación al norte de África, desde donde se acentúan las migraciones ilegales de desesperados en búsqueda de llegar a la panacea europea que cada vez se ve más distante y recelosa en aceptar nuevas corrientes de refugiados.

La reacción de Occidente, liderada por la actitud del presidente Barak Obama, dispuesto a efectivizar una aplicación más directa sobre el proceder del EI, se acompaña por la renovada actitud de los países árabes, en especial Egipto y Jordania, quienes se han visto agredidos directamente, y que darían pie a estimar que la guerra se podría extender entre los musulmanes.

Ya las monarquías petroleras del Golfo han dado repuesta negativa a los postulados del EI y la actitud egipcia, país gravitante por su importancia militar, a lo que se agrega Jordania, agraviada por el asesinato de un oficial de su fuerza aérea, demuestra que el límite de acción se ha estructurado frente a una actitud beligerante y agresiva de esta fuerza, que permite alentar nuevos equilibrios entre los vínculos de los países de la región.

Es tiempo que se asuma, por parte de la República Argentina, una actitud clara y decisiva frente a este problema, que se encuentra ya a nuestras puertas.

Jesús Fernando Taboada es embajador retirado. Reside en Buenos Aires.