Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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La vida después del populismo

por Ernesto Sanz
La vida después del populismo. Notas y comentarios. La Nueva. Bahía Blanca

Cuando el populismo se choca con sus propios errores y no tiene margen para patear la coyuntura más allá, los países se paralizan, los gobiernos se debilitan y las sociedades se irritan.

El 2014 de Argentina fue un año dificilísimo, porque el futuro nos alcanzó y quedó claro que no supimos prepararnos para él.

Iba a llegar un día en que el boom sojero no iba a alcanzar, iba a llegar un día en que la inflación se volviera insoportable y las paritarias insuficientes, iba a llegar un día en que tanto manoseo de la ley iba a anarquizar la educación, la calle y la seguridad. Llegó ese día y nos encontró atorados de coyuntura y encerrados en debates estériles.

Sin duda, este año fue el más duro de los últimos diez, pero también por primera vez en esos diez aparece en el horizonte algo distinto que la monotonía que nos agobia. Por primera vez los argentinos tomamos conciencia de que el cambio no es una posibilidad sino una obligación, y que debemos esforzarnos para construirlo es imperativo.

Hay tres hechos concretos que caracterizan este año político. En primer lugar, el despertar judicial y la vuelta de tortilla de la ley, que estuvo durante muchos años condicionada por el poder y que, después de mucho tiempo, vuelve a ponerse por encima de él.

En segundo término, la crisis, que no se expresó de manera apocalíptica, pero que ha dañado sustancialmente las bases de nuestra economía. 650 mil argentinos perdieron su empleo este año, miles de comercios e industrias se retrajeron o bajaron sus persianas y decenas de proyectos de inversión pusieron el pie en el freno.

En tercer lugar, la instalación innegable, dolorosa y oscura del narcotráfico; que luego de muchos años de avance silencioso, mostró su poder real con barrios tomados, homicidios escalofriantes y la exposición, a la luz del día, de las debilidades de un Estado que no puede, no sabe y no quiere enfrentar el problema.

Más de uno diría que, con este panorama, la esperanza es nula, la expectativa no existe y la salida no se vislumbra, pero creo que es justamente al revés.

El populismo está agotado y la sociedad en alerta, están dadas las condiciones para que Argentina dé vuelta una página, cambie una época e inicie un camino de equilibrios, transparencia, progreso y previsibilidad.

Siempre a los argentinos los cambios nos costaron dolores y los avances vinieron después de tormentas. Pero también es una realidad que somos una sociedad sorprendentemente creativa y curtida en el arte de salir de pantanos que parecían interminables.

Los argentinos tenemos con qué avanzar y sabemos cómo hacerlo. La clave está a la vista: necesitamos que la política recupere el equilibrio, y que con ese equilibrio recupere sensatez. Hace falta una sociedad convencida y un gobierno que tenga los pies en la tierra y los ojos en el futuro; al fin y al cabo, 2014 fue difícil porque tuvimos un gobierno con los pies en la estratósfera y los ojos en el pasado.

Pasamos un año duro, pero sabemos que podemos salir de acá, que la esperanza no es un slogan barato sino una expectativa objetiva, que precisa de un gobierno serio para que el país funcione.

Hacerlo es una obsesión personal para mí y un desafío colectivo. Sé que podemos tener una sociedad con igualdad de oportunidades, una economía dinámica y moderna y un gobierno transparente y confiable.

Sé que podemos vivir mejor y que depende de nosotros. Eso es lo apasionante: la Argentina depende solamente de que los argentinos hagamos las cosas bien.

Llegó la hora de hacerlo.

Ernesto Sanz es senador y presidente del Comité Nacional de la UCR.