Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Una mujer que no calla

Masoumeh Ebtekar, de 54 años, es una importante mujer iraní. Corajuda, además. Ocurre que es la poco conocida vicepresidenta de Irán.

Cercana a las filas del reformismo, ella fue ya vicepresidente bajo el mandato del ahora opacado -y perseguido- Ayatollah Khatami, uno de los más conocidos líderes del reformismo iraní. En su especialidad están particularmente los temas y cuestiones vinculados con el medio ambiente.

Su inclinación por la política no es nada nueva. Ya en 1979, cuando la “toma” por la fuerza de la Embajada de los Estados Unidos en Teherán, había adquirido popularidad y notoriedad como “vocera” de los presuntos estudiantes que, además, tomaron como rehenes a 52 diplomáticos norteamericanos.

En aquel entonces era una inocultable radical. Hoy parece ser bastante menos incendiaria, al menos en sus ideas y propuestas. Pero desde entonces ha estado sumamente activa en el mundo de la política iraní.

Con motivo de la liberación de Ghoncheh Ghavami -la abogada inglesa que tiene asimismo la nacionalidad iraní, que fuera condenada a un año de cárcel por haber asistido a un partido de “voley” masculino- la funcionaria iraní concedió una entrevista a “Corriere Della Sera”, el periódico italiano.

Allí dio algunas definiciones interesantes. Que vale la pena reproducir. Dijo, por ejemplo, que el gobierno iraní tiene en estudio la posibilidad de dejar a las mujeres asistir a los estadios para presenciar espectáculos deportivos protagonizados por varones. Pese a la oposición de los radicales, que interpretan los principios religiosos con dureza y sin flexibilidad alguna. En contra de la mujer. Pero aún no ha logrado ponerlas en vigor.

Además, que la temática que tiene que ver con la mujer incluye otras cuestiones, a las que ella atribuye mayor significación. Como son los derechos conyugales de la mujer, sus posibilidades de ocupación, y el acceso a los niveles superiores de la educación.

Y que las leyes actuales son, en general, algo más favorables a la mujer que las que rigieron en el pasado. Aparentemente, no mucho.

Refiriéndose específicamente a las mujeres iraníes que fueron atacadas con ácido en la bonita ciudad de Isfahan, cuna del polo como deporte, señaló que han sido víctimas de un “crimen terrible”. Y es así.

Pero aún no se ha encontrado al responsable de lo sucedido. Al que conducía la moto, desde la cual agredía a las mujeres que, interpretaba, estaban “mal” vestidas. Esto es sin la discreción que pretenden los radicales. Lo que quiere decir sin que se vea que son efectivamente mujeres.

Y la falta de éxito en la investigación parece denunciar una intención de “no encontrar a nadie” a quien asignar responsabilidad por las brutalidades cometidas a la vista de todos.

La entrevistada señaló que, como muestra de apoyo abierto a las mujeres que fueron objeto de ataques, ella las visitó en el hospital donde se las atiende, como también lo han hecho otros funcionarios del Poder Ejecutivo iraní. Por compasión y solidaridad, es obvio.

Finalmente, señaló que pretender que la culpa de los atentados con ácido la tienen los extranjeros es falso. Sin atenuantes. Y que si el gobierno no avanza a mayor velocidad en defensa de la mujer es porque no tiene derechos ni poderes absolutos.

Esta es una forma diplomática de asignar la responsabilidad a los verdaderos dueños de Irán -en todo el sentido de la palabra, incluyendo el económico- o sea a los clérigos, que han transformado a una nación que era normal en una teocracia. Para su propio beneficio. Como oligarquía que controla todo y a todos en Irán.