Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Irán libera a una joven inglesa

Escribe Gustavo Chopitea

La historia está llena de contradicciones. La vida también. Algunas son, como veremos, realmente de no creer.

Así pues, repasemos brevemente lo que ha sucedido en tres distintos episodios recientes en tres rincones del mundo. Todos ellos tienen que ver con los derechos de la mujer.

Ghoncheh Ghavani es una joven abogada británica de veinticinco años de edad que también tiene nacionalidad iraní. Vive en Gran Bretaña. Y es bellísima, además.

De visita a su familia en Irán, primero la detuvieron por el “pecado imperdonable” de intentar asistir a un partido de “volleyball” masculino. Para luego, presumiblemente por lo absurdo del cargo anterior, acusarla y volver a detenerla; esta segunda vez se la acusa de repartir propaganda contraria a las autoridades del país.

Tras cinco meses en un calabozo, acaba de ser liberada, bajo fianza. Pero como la condena era por un año, deberá permanecer ese lapso en Irán. Sin regresar a Gran Bretaña. Salvo que la sentencia de primera instancia, que ha sido apelada, sea dejada de lado por el tribunal de apelación que actúa en la causa. Lo que es dudoso.

Mientras tanto -en las antípodas- una joven italiana es la primera mujer de esa nacionalidad que vuela al espacio exterior. Para ello viajó, desde Kazakhstan, en una nave espacial rusa, tipo Soyuz. Tiene 36 años. Se llama Samantha Cristoforetti. Y es oficial de la Fuerza Aérea de Italia.

Lo hizo en compañía de dos cosmonautas, uno ruso y el otro norteamericano. Se quedará en el espacio hasta mayo del año próximo. Llevaba en su equipaje algunas latas de caviar ruso y una máquina italiana para hacer café expresso. También leche, frutas y verduras. Pertenece a otro mundo, queda visto. El de mañana, por oposición al de ayer que mantiene atrapada a Ghoncheh.

En Turquía, el populista presidente Racep Tayyip Erdogan acaba de declarar -en público- que “la mujer no es igual al hombre”. Por diferencias biológicas, lo que no es ningún descubrimiento. Pero además, sostiene, porque su rol social es el de ser madre. Solamentelo eso.

Desde hace rato que Erdogan está empeñado en tratar de borrar el secularismo de la identidad turca e inclinar a su sociedad en dirección al islamismo. Aunque esto signifique postergar a la mujer. De mil maneras. Notable. Pero también lamentable.