Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Rusia contra la comida rápida

por Gustavo Chopitea

El gobierno de la Federación Rusa que encabeza Vladimir Putin ha sido objeto de sanciones económicas graves por parte de la Unión Europea y de los Estados Unidos. Como reacción por la ilegal anexión de Crimea y Sebastopol.

Las sanciones apuntan, por el momento, a dificultar las actividades económicas de la poderosa oligarquía que funciona en torno del líder ruso, haciendo particularmente difícil a los bancos rusos acceder al mercado internacional de capitales en las operaciones de mediano y largo plazo.

Con su economía sumida en una recesión, las sanciones mencionadas están dañando claramente el nivel de actividad de las empresas rusas.

Vladimir Putin no es precisamente de aquellos que contemplan, en silencio, cómo se los castiga. Es, más bien, un especialista en contragolpes.

Por eso, era de esperar que reaccionara particularmente mal contra las empresas norteamericanas que operan en Rusia.

Una de ellas tiene, como el “blue jean”, la goma de mascar, las zapatillas deportivas, y algunas otras cosas, el carácter de “símbolo” de los Estados Unidos. En todas partes.

Se trata de McDonald’s, que como es sabido, está fundamentalmente dedicada a la venta de hamburguesas. Esta empresa tiene unos 450 casas de comida en Rusia, de las cuales un centenar están en Moscú y sus alrededores.

Contra ella Putin ha desatado su ira, exteriorizada en más de 200 investigaciones acusatorias referidas a presuntas infracciones en materia de higiene o contabilidad.

Como consecuencia, cuatro establecimientos de McDonald’s han sido ya cerrados, a modo de castigo ejemplificador, luego de que fueran rápidamente abiertas las nueve primeras investigaciones, en Moscú, Yekterinburg, Volvogrado y Sochi.

A las primeras clausuras aludidas siguieron cinco más, en San Petersburgo; dos en Kaliningrado; y tres en locales emplazados en la región de los Urales.

Las investigaciones abiertas incluyen las donaciones y aportes caritativos realizados por la empresa McDonald’s en Rusia, en un esfuerzo de beneficencia que comenzó casi simultáneamente con la apertura del primer local de McDonald’s en Rusia, hace ya dos décadas.

La persecución política contra McDonald’s es evidente. Con ella no solo se busca dañarla, sino afectar adversamente la imagen comercial de todas las empresas norteamericanas.

Esto pese a que las hamburguesas que vende McDonald’s son, como suele suceder, inmensamente populares todo a lo largo y ancho del territorio ruso.

Por aquello de que las malas noticias y las desgracias suelen no llegar solas, a las desventuras en Rusia McDonald’s suma hoy su fuerte caída mundial de ventas de agosto pasado, la peor en una década.

Hablamos del 3,3% a nivel global, y del 9,9 % en Asia.

Ocurre que cuando la economía mejora, los consumidores tienen y eligen otras opciones. Por precio y por calidad. Y se vuelcan hacia dietas más diversificadas. Menos “comidas rápidas”, entonces.

Gustavo Chopitea es analista internacional del grupo Agenda Internacional.