Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Desaceleración en Chile

Escribe Emilio J. Cárdenas
Desaceleración en Chile. Notas y comentarios. La Nueva. Bahía Blanca

Por noveno mes consecutivo, en septiembre pasado la confianza de los consumidores chilenos en la moderna economía de su país continuó disminuyendo. Como si Chile estuviera en un no demasiado empinado tobogán.

No tanto por temor al desempleo, sino por desconfianza respecto de la inflación que -bajo la preocupación generada en los operadores por el gobierno de Michelle Bachelet- ha vuelto lamentablemente a crecer.

A lo que se agrega ciertamente la suba del dólar y el aumento de los combustibles. La consecuencia previsible es el aumento de la desconfianza y el del “mal humor” empresario.

En el pasado mes de septiembre, las ventas de autos cayeron un 7,7%. Y las de camiones se desplomaron un inesperado 27,6%, presumiblemente por efecto de la baja sensible de la actividad minera y de la incertidumbre generada por una reforma tributaria que no ha merecido la aprobación del sector empresario.

La industria de la construcción, a su vez, se ha desmoronado un 2,4%, registrando así el peor desempeño de los últimos cinco años y terminando el año con un preocupante 12% de desempleo sectorial.

Por todo lo antedicho, no sorprende demasiado que las estimaciones del crecimiento del país trasandino hayan bajado del 2% al 1,7% para el año en curso. Poco, entonces.

La demanda doméstica está frágil y el nivel general del consumo está también cayendo.

No obstante, Chile sigue siendo indiscutiblemente el país líder de la región en materia de nivel de vida. Esto es consecuencia directa de su exitoso modelo económico, abierto y de mercado. El que, desde la administración de M. Bachelet, algunos cuestionan.

El Fondo Monetario Internacional acaba de informar que este año el PBI per cápita de los chilenos será de 23.165 dólares. El más alto de América del Sur, lo que -nuevamente- debe tenerse como resultado de las acertadas políticas públicas implementadas en las últimas décadas. Y del ambiente favorable a las inversiones. Así como del buen uso y sensatez en la asignación de los recursos disponibles.

Por todo esto, no es para nada extraño que el PBI per cápita chileno, a comienzos de los 70 ,haya sido similar al promedio de América latina, y que hoy sea de más del doble.

Chile es, en rigor, el único país de la región cuyo desarrollo está visiblemente acortando la brecha que existe en nuestro medio con el nivel de vida del mundo desarrollado.

Esto pese a que aún exista una brecha bastante sustancial entre los ingresos de sus distintos sectores sociales, cuestión sobre la que Chile continúa trabajando incansablemente. Como debe ser.

Las cifras recientemente difundidas sobre el PBI chileno suponen para Chile estar cerca de los niveles de vida de países como Grecia, Polonia y Portugal.

No es poco. Y es, para los chilenos, motivo para estar legítimamente orgullosos.