Catamarca: un recorrido entre telares e imponentes montañas
El oeste catamarqueño, donde se concentran algunos de los picos más altos de América, ofrece uno de los recorridos más famosos.
La provincia de Catamarca en el norte argentino, ofrece los secretos ancestrales de una tierra que dibuja la “Ruta de los Seis miles”, por los picos más altos del territorio y un sinfín de atractivos entre la historia, la arqueología y los ponchos.
Es en el oeste catamarqueño donde se concentran algunos de los picos más altos de América, uno de los cuales, ofrece uno de los recorridos más famoso, el Balcón del Pissis, un volcán de 6882 msnm, y al que se accede con guía especializado.
Tan sólo el camino que conduce a esta región por la Ruta Nacional 60, el paisaje ofrece los colores de los minerales de las montañas en combinaciones plenas de verdes, ocres y rosados que se admiran en la Quebrada de Las Angosturas.
Desde Fiambalá y Tinogasta se llega hasta Chile, donde además en el Paraje Las Cortaderas, existe un hotel solitario con diseño exclusivo y con todas las comodidades a donde recalan los viajeros y turistas que emprenden estas travesías.
Estas dos localidades están unidas por un recorrido histórico que despliega la Ruta del Adobe, en cincuenta kilómetros donde la arquitectura colonial se admira en edificios reconstruidos y emblemáticos.
El adobe se confecciona con barro, paja y estiércol y los muros alcanzan hasta un metro de ancho y se pueden conocer en este circuito turístico donde desde oratorios hasta antiguas casonas contienen la historia de tres siglos.
En el paraje Anillaco (homónimo del pueblo riojano), la Iglesia Nuestra Señora del Rosario tiene hasta el atrio de adobe y en la entrada de Fiambalá se encuentra otra Iglesia que es monumento Histórico Nacional, junto a la Bodega Don Diego.
En Tinogasta, existe un autocamping con piscina de grandes dimensiones y que entre otros atractivos para la familia tiene un laberinto diseñado en un cañaveral y un pueblo en adobe hecho en miniatura.
La curiosidad de este pueblo en miniatura es que la Iglesia reza el Padre Nuestro en Quichua.
En la cima de la montaña, está el Complejo Termal La Aguadita que disfrutan locales y turistas de la región mientras que en la vecina Fiambalá, la oferta termal es conocida a nivel internacional por desplegar catorce piletones que acompañan el desnivel de la montaña con distintas temperaturas.
En el centro del pueblo, una de las casonas más antiguas es la Casona Del Pino que perteneció a un ex presidente argentino de la década del 30 hoy convertida en hospedaje y rodeada de cultivos de olivos y vides.
Los vinos catamarqueños integran el nuevo mapa vitivinícola argentino y en especial, en la Finca Las Retamas, el mendocino Carlos Arizu, uno de los apellidos pioneros en el desarrollo del vino, ofrece cada abril, una cosecha manual a la luz de la luna con la que se elabora el vino "Plenilunio", de uva Biodinámica, es decir, sin aditamentos, más que orgánica.
La cosecha es un clásico y se convirtió en una fiesta popular con espectáculos musicales y celebración de la Pachamama.
Cerca, las dunas de Tatón tomaron dimensión durante seis ediciones del rally Dakar que pasó por aquí.
Son un paisaje único con alturas de hasta sesenta metros de un desierto de arenas blancas especial para practicar samboard, el deslizamiento con una tabla por la pendiente de los médanos.
Capita.
La fisonomía de San Fernando permite desarrollar diversas actividades, desde paseos comerciales y visitas culturales hasta actividades como trekking, pesca y mountain bike.
Además conserva diversos circuitos religiosos, históricos y arqueológicos.
La ciudad resguarda edificios con un gran valor histórico que surgieron en el proceso de urbanismo de la ciudad.