Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Catamarca: un recorrido entre telares e imponentes montañas

El oeste catamarqueño, donde se concentran algunos de  los  picos más altos de América, ofrece uno de los  recorridos más famosos.

 La  provincia de Catamarca en el norte argentino, ofrece los  secretos ancestrales de una tierra que dibuja la “Ruta de los  Seis miles”, por los picos más altos del territorio y un sinfín  de atractivos entre la historia, la arqueología y los ponchos.

   Es en el oeste catamarqueño donde se concentran algunos de  los  picos más altos de América, uno de los cuales, ofrece uno de los  recorridos más famoso, el Balcón del Pissis, un volcán de 6882  msnm, y al que se accede con guía especializado.

   Tan sólo el camino que conduce a esta región por la Ruta  Nacional 60, el paisaje ofrece los colores de los minerales de  las montañas en combinaciones plenas de verdes, ocres y rosados  que se admiran en la Quebrada de Las Angosturas.

   Desde Fiambalá y Tinogasta se llega hasta Chile, donde además  en el Paraje Las Cortaderas, existe un hotel solitario con  diseño exclusivo y con todas las comodidades a donde recalan los  viajeros y turistas que emprenden estas travesías.

   Estas dos localidades están unidas por un recorrido histórico  que despliega la Ruta del Adobe, en cincuenta kilómetros donde  la arquitectura colonial se admira en edificios reconstruidos y  emblemáticos.

   El adobe se confecciona con barro, paja y estiércol y los  muros alcanzan hasta un metro de ancho y se pueden conocer en  este circuito turístico donde desde oratorios hasta antiguas  casonas contienen la historia de tres siglos.

   En el paraje Anillaco (homónimo del pueblo riojano), la  Iglesia Nuestra Señora del Rosario tiene hasta el atrio de adobe  y en la entrada de Fiambalá se encuentra otra Iglesia que es  monumento Histórico Nacional, junto a la Bodega Don Diego.

   En Tinogasta, existe un autocamping con piscina de grandes  dimensiones y que entre otros atractivos para la familia tiene  un laberinto diseñado en un cañaveral y un pueblo en adobe hecho  en miniatura.

   La curiosidad de este pueblo en miniatura es que la Iglesia  reza el Padre Nuestro en Quichua.

   En la cima de la montaña, está el Complejo Termal La Aguadita  que disfrutan locales y turistas de la región mientras que en la  vecina Fiambalá, la oferta termal es conocida a nivel  internacional por desplegar catorce piletones que acompañan el  desnivel de la montaña con distintas temperaturas.

   En el centro del pueblo, una de las casonas más antiguas es  la Casona Del Pino que perteneció a un ex presidente argentino  de la década del 30 hoy convertida en hospedaje y rodeada de  cultivos de olivos y vides.

   Los vinos catamarqueños integran el nuevo mapa vitivinícola  argentino y en especial, en la Finca Las Retamas, el mendocino  Carlos Arizu, uno de los apellidos pioneros en el desarrollo del  vino, ofrece cada abril, una cosecha manual a la luz de la luna  con la que se elabora el vino "Plenilunio", de uva Biodinámica,  es decir, sin aditamentos, más que orgánica.

   La cosecha es un clásico y se convirtió en una fiesta popular  con espectáculos musicales y celebración de la Pachamama.

   Cerca, las dunas de Tatón tomaron dimensión durante seis  ediciones del rally Dakar que pasó por aquí.

   Son un paisaje único con alturas de hasta sesenta metros de  un desierto de arenas blancas especial para practicar samboard,  el deslizamiento con una tabla por la pendiente de los médanos.
Capita.

   La fisonomía de San Fernando permite desarrollar diversas actividades, desde paseos comerciales y visitas culturales hasta actividades como trekking, pesca y mountain bike. 

   Además conserva diversos circuitos religiosos, históricos y arqueológicos. 

   La ciudad resguarda edificios con un gran valor histórico que surgieron en el proceso de urbanismo de la ciudad.