Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Claves para el desarrollo regional de la industria del conocimiento

Las propuestas de un especialista bahiense para lograr los ambiciosos pero realizables objetivos que Bahía Blanca y su región están en condiciones de plantearse.

Leonardo Valente, especial para La Nueva.

En reiteradas ocasiones estas páginas han destacado del rol de la industria para el desarrollo económico de la región. Sin embargo, aún se mantiene en el público en general, y en gran parte de la dirigencia en particular el concepto industrial en el que el fenómeno de transformación existe solo en grandes instalaciones de capital que convierten materias primas en productos de mayor o menor valor agregado.

Mientras tanto, la región y nuestra ciudad en particular, desperdician una oportunidad excepcional de tomar un liderazgo nacional en la denominada Economía del Conocimiento, apalancándose en recursos en los que muchas veces no tenemos la posibilidad de meditar.

La radicación de grandes organizaciones nacionales e internacionales, a la vez que la consolidación de un ecosistema emprendedor basado en la capacidad profesional de servicios relacionados con el conocimiento y el desarrollo tecnológico, apalancando pequeños pero concretos ejemplos que ya lo están haciendo encierra un enorme potencial.

A modo de ejemplo, la radicación de una única empresa en formato de Delivery Center tiene un potencial de creación de puestos de trabajo en cantidad y remuneración equivalentes a gran parte del personal propio del complejo industrial petroquímico y portuario actual. A continuación, algunas ideas para lograr estos objetivos tan ambiciosos como realizables en el contexto regional:

El talento profesional

Es una de las grandes fortalezas de la región, pero a la vez puede ser considerado un verdadero “diamante en bruto”. Durante años los actores de la vida económica y política de la ciudad han mencionado con jactancia el potencial y el prestigio de su complejo universitario, compuesto no solo por dos grandes universidades públicas sino también por un emergente y cada vez más competitivo sector privado.

Los grandes servicios de BPO (Business Process Outsourcing – Tercerización de Procesos de Negocios) requieren de grandes cantidades de profesionales de alta formación en Economía, Administración, Derecho, Programación y Contabilidad, capaces de brindar asistencia remota a empresas de escala global y ya existen muchos bahienses formados localmente, pero desarrollando estas actividades en Capital u otras regiones del país.

Se trata de actividades con una excelente expectativa de remuneración y un enorme efecto multiplicador: jóvenes profesionales dispuestos a invertir localmente sus ingresos, consumir productos y servicios y dar a su vez trabajo a otras personas.

Pero se trata de una situación enormemente perfectible: circunstancias inexplicables como la falta en 2018 de una carrera de Ingeniería en Sistemas en el ámbito de la Facultad Regional Bahía Blanca de la UTN demuestran una enorme falta de contención para aquellos jóvenes que quieren estudiar la carrera de mayor empleabilidad del momento, porque resulta incompatible con su necesidad de trabajar para costear sus estudios o colaborar con su entorno familiar.

No es un hecho aislado, es la falta de una directiva regional que entienda el rol fundamental de esta industria de cara al futuro, que la universidad sea vista aún como un simple proveedor de graduados en los que el país y la ciudad invierten mucho, pero retienen muy poco.

La infraestructura

Es otro caso en el que la región cuenta con características excepcionales que aún no logra reconocer. El caso particular de la zona franca y su capacidad para liderar a nivel nacional el desarrollo de subzonas sienta un precedente poderosísimo para condicionar favorablemente la radicación de inversiones de gran impacto, a semejanza de lo que ocurre en su homóloga de Montevideo, con grandes beneficios para el ingreso de equipamiento, conectividad, uso de energías renovables altamente valorado por los clientes de vanguardia, y facilidades para la exportación tanto de bienes materiales como fundamentalmente de intangibles de alto valor agregado.

El caso puntual de la prestación de servicios de almacenamiento y procesamiento de información o desarrollo de redes descentralizadas basadas en prueba de trabajo (“proof of work”), concepto del cual las criptomonedas resultan la cara probablemente más visible, se ve enormemente beneficiado por estos recursos.

También es una gran oportunidad para desarrollar la “última milla” de servicios de ingeniería de excelencia, que requiere la construcción de prototipos o preseries de productos que indefectiblemente se producirán en serie en Oriente, pero cuya instancia previa reporta ingresos millonarios y que frecuentemente se entorpece o anula por las grandes dificultades para el ingreso temporal o permanente de determinados componentes al territorio aduanero general.

Las nuevas empresas

El factor emprendedor es también un recurso renovable de la economía local que se proyecta en este escenario. La ausencia histórica del recurso fácil por ser sede administrativa de una provincia, reforzada por la pérdida paulatina de corporaciones o grandes empresas con sede central en la ciudad, ha fomentado un espíritu creativo y competitivo en personas de todas las edades con la motivación suficiente para crear nuevas y exitosas empresas que ya están exportando este tipo de servicios, en diferentes escalas, a todo el mundo.

Muchas veces toman carácter anónimo o simplemente pasan desapercibidas, pero existen y deben ser consideradas como ejemplo para el surgimiento de nuevos casos de éxito. La valiosa iniciativa de contar con un fondo local de capital semilla para emprendimientos de alto impacto es un recurso que nos posiciona de manera destacada en el ámbito emprendedor a nivel nacional y debe conservarse como política de Estado para seguir apoyando el desarrollo de nuevas iniciativas.