Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Herramientas para los que quieren salir mejor

En el Penal de Villa Floresta se lleva adelante un programa para internos jóvenes. Socialización, convivencia y respeto hacia el otro son los pilares.

Fotos: Rodrigo García-LN.

   “Quiero hacer las cosas bien. Ahora tengo otra mentalidad, antes vivía el día a día”, dice Emiliano, un bahiense de 21 años que cumple una condena por robos con armas.
   Es uno de los 33 jóvenes que ocupa el pabellón 2A de la Unidad Penal Nº 4 de Villa Floresta, destinado al Programa Integral de Asistencia y Tratamiento de Jóvenes Adultos (PIATJA), diseñado por el Servicio Penitenciario Bonaerense.
   El plan, que comenzó a funcionar en 2009 pero cobró fuerza en los últimos años, involucra a detenidos que tienen entre 18 y 21 años, aunque en algunos casos se puede extender la permanencia hasta los 25.
   Los objetivos del proyecto giran sobre términos como socialización, convivencia y respeto.
   Los jóvenes que forman parte se dividen las tareas dentro del pabellón, deben cumplimentar en forma obligatoria la educación primaria y secundaria, y participan de diversos talleres que se les ofrece.
   “La idea es establecer normas de convivencia que se basan principalmente en la socialización, respeto, solidaridad y diálogo. Acá tratamos de reforzar la idea de resolver conflictos mediante la palabra. Hay algunos que nunca han atravesado por ese tipo de contextos y no han tenido una vida simbólica o contención”, afirma la licenciada María Victoria Rocca, coordinadora técnica del programa.
   Describe que “se les brinda herramientas, más allá de que hay normativas y límites. Desde ese lugar, y teniendo en cuenta esas normas, se trabaja en el resto de las actividades” .
   El equipo lo completa el coordinador de seguridad, Martín Avila, y cuatro encargados, quienes se dividen por turnos y están las 24 horas en contacto con los internos.
   Todos ellos se encuentran bajo la órbita de Jorge Ruiz, quien es el director del programa a nivel provincial.   
   Una cuestión que no resulta menor es que no tienen contacto con el resto de la población carcelaria y se los prepara para el momento de volver a la calle.
   El pabellón cuenta con 18 celdas que tienen una capacidad de dos personas cada una e instalaciones para que los jóvenes reciban a las visitas en ese lugar.
   “La idea es preservarlos del contacto con el resto de la población adulta, para evitar roces con otros internos que llevan una trayectoria dentro del penal”, agrega.


   En el Centro de Formación Profesional que funciona dentro de la unidad toman cursos de panadería, zapatería, peluquería, serigrafía, promotor de salud o computación, entre otros.
   Además, se les ofrece actividades como talleres de clown, a cargo de Leticia Durgos; de expresión artística, brindado por el grupo Los Muraleros; o de árbitro de fútbol, dictado por Facundo Tello.

Decisión

   La licenciada Rocca destacó que el ingreso de los jóvenes al programa es decisión de los internos.
   “No se seleccionan a los chicos. La ley dice que el joven de entre 18 y 21 años tiene que estar incorporado, aunque no los podemos obligar. Cuando ingresa un joven a la unidad, luego de todos los requerimientos del servicio, pasa por la entrevista con el equipo. Él tiene que tener la voluntad de estar acá”.
   Siguió diciendo que “se lo entrevista y se le explica de qué se trata. Algunos no quieren, porque no están de acuerdo o porque les parece que no les va a funcionar, otros porque tienen amigos o familiares en otros pabellones, aunque igual se trata de que vengan a conocer y observen. Algunos no están y al tiempo piden venir”.
   También menciona que no se hace ningún tipo de distinción respecto del delito por el que fueron detenidos.
   “Cuando ingresan se les explica que ellos deben trabajar en equipo para llevar adelante esto y se les trasmite la idea de responsabilidad compartida. Pretendemos que no se discriminen entre ellos o se juzguen por el delito que cometieron”.
   Explicó que el programa consta de tres etapas. En la primera, denominada de admisión, se observa al interno durante un plazo de entre 30 y 60 días para ver si puede seguir las normativas establecidas.


   Posteriormente pasa a la etapa de tratamiento, donde es incorporado a las distintas actividades, con el objetivo de “comenzar a fortalecer la convivencia y que no haya conflictos”.
   El último paso es el de “proyecto ciudadano”, que se da cuando el joven se encuentra pronto a recuperar la libertad.
   “Ahí vemos si ha internalizado normas que tienen que ver con la socialización y se trabaja junto al Patronato de Liberados. Es una forma de ligarlos con el afuera y trabajar sobre los proyectos para la calle”.

Menor conflictividad

   Gabriel Bergonzi, subdirector de Asistencia y Tratamiento de la U4, describió que las características del programa determinan que la conflictividad sea menor que en otros sectores de la unidad. "Está basado en normas de conducta y en actividades que desarrollan constantemente, lo que reduce los índices de violencia y problemas. Estamos muy satisfechos".
   También señaló que el nivel de reincidencia de los jóvenes que formaron parte del programa es muy bajo. “Uno de los objetivos es bajar la reincidencia y da resultado. Este año se está trabajando mucho con estadística, sobre todo el seguimiento de las actividades que llevan adelante”, agregó María Victoria Rocca.

Prioridad

   El ministro de Justicia bonaerense, Gustavo Ferrari, sostuvo que"los internos del Programa Jóvenes Adultos son una prioridad, y a ellos les brindamos las herramientas necesarias para que puedan empezar una vida lejos del delito, con actividades en aulas y talleres de capacitación laboral".


   Agregó que "el rol del Servicio Penitenciario es que todas estas personas puedan tener una revinculación social, y una clara conciencia de lo que significa la dignificación del trabajo, y la posibilidad de salir sabiendo un oficio".
   Finalmente, explicó que los internos "deben proyectar y planificar objetivos realistas para cuando estén en libertad, y demostrar la adquisición de conocimientos en su etapa de formación dentro de la unidad".

Voluntad de cambio

   Emiliano y Alan son los referentes del grupo de jóvenes que participan del programa dentro de la cárcel bahiense. Están encargados de organizar las tareas, buscar que la convivencia sea pacífica y mediar para solucionar los conflictos.
   “Estoy por robos calificados y hace dos años y tres meses que llegué acá”, comenta “Emi”. Dice que durante ese tiempo hizo “muchos cursos” y que “cuando hay un conflicto nos cuentan, los llamamos y vemos qué pasa. Se arregla para que la convivencia sea la mejor. Si las cosas nos superan se le da aviso a las autoridades para que vean cómo sigue el tema”.
   Alan, tiene 19 y está purgando una pena de cuatro años y dos meses por robo. El joven destaca los beneficios que tiene formar parte del PIATJA. “Estuve en otros pabellones y les dije a los chicos que mejor que acá no van a estar en otro lado. Podés aprender muchas cosas”.


   Asegura que “cuando caés preso te das cuenta quiénes son los que te quieren ,y es la familia. Entonces tratamos de mejorar por ellos. Cuando estaba afuera no les daba cabida y ahora que estoy acá me doy cuenta. Cuando salga a la calle todo lo que haga va a ser por ellos.  Acá te das cuenta por lo que vale la pena hacer bien las cosas”.
   Lo mismo piensa Emiliano, quien afirma que “quiero salir, poder construirme algo, trabajar y cambiar”.