Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

La demencia, punto de partida de un doloroso viaje hacia el horror

Hace poco más de tres décadas, un hombre con alteraciones mentales mató a un matrimonio y escapó llevándose a una nena. “Mi postura frente a esta persona ha cambiado”, aseguró la hermana de una de las víctimas.

Fotos: Archivo y Sebastián Cortés-LN.

   La demencia le abrió la puerta al horror y cuando se apagaba otro Día de los Santos Inocentes, una familia dejaba de transitar una fecha relacionada con la ingenuidad para comenzar a sufrir las consecuencias de su más terrible pesadilla.
   Aquel 28 de diciembre de 1987, preso de una irrefrenable locura, Hernán Antonio Sáenz Sciamaro, entonces de 40 años (nació el 26 de julio de 1947, en Santiago de Chile), masacró a la pareja de también santiaguinos integrada por Lidia del Rosario Schythe y Eduardo Traslaviña, en la vivienda de De Ángelis 317, y luego se fue llevándose a su propia sobrina de seis años, a quien mantuvo raptada durante dos días.
   “Mi postura frente a esta persona ha cambiado, porque me di cuenta de que, como dijeron los psicólogos, actuó en demencia. Este hombre era una persona muy maltratada por su familia. Era un enfermo y nunca lo trataban bien”, asegura tres décadas después Bertina Schythe, hermana de “Lila”, tal como llamaban a Lidia. 
   Sáenz habría enfermado súbitamente --según declararon sus padres en la época de los hechos-- a los 15 años, manifestando conductas desviadas: extraía agua del inodoro para tomar; arrojaba a la calle elementos de utilidad; decía que la camioneta de su padre tenía una bomba... y “había envenenado gatos”, recuerda Bertina, marcando las alteraciones mentales que registraba el hombre, el mayor de cinco hermanos.

Los hechos

   La mujer cuenta que Hernán tiene un hermano que vive frente a su casa y que los matrimonios “hicieron una amistad porque tenían nenas chicas y compartían reuniones. Justamente, el día anterior al hecho (domingo 27), la nena de cinco años, Elizabeth, se quedó en la casa de mi hermana a jugar con Paulina y Valeria, mis sobrinas”. 
   “Justo el 28 vi a la madre de ella y le dije ‘voy a la casa de Lila’ y me dijo:‘yo tengo a Eli allá’. Entonces le pregunté si quería que la trajera y me contestó ‘no, capaz que voy yo o sino lo haré mañana’. En ese ínterin, este hombre fue a la casa de Gina (por la madre de Elizabeth), y le preguntó por la sobrina, con la que tenia un apego especial”.
   La tragedia está a punto de comenzar, y el prólogo es el diálogo entre Hernán y Gina.
   “La mujer le dice ‘no, está en la casa de Lila’ y él le pregunta ‘por qué está allá, qué tiene que hacer allá'. Según ella, la respuesta fue ‘yo la dejé, soy la madre’. Y dice que el tipo salió y nadie pensó en lo que iba a hacer”, detalla Bertina.
   Comentó que Sáenz Sciamaro “se fue caminando hasta Cerri, a la casa de los padres, que cuidaban una quinta y él vivía con ellos. Agarró el arma, que era una escopeta o una carabina, y la trajo sin la parte de atrás, escondida debajo de un buzo”.

El ataque

   Alrededor de las 23 de ese día, poco más de una hora después de haber visitado a su hermana, policías llegaron hasta la vivienda de El Resero 453, para informarle a Bertina sobre lo sucedido.
   “A mi cuñado lo agarró en la cama. ‘Qué hacés Pelado’, le dijo Eduardo; a lo que le respondió ‘vengo a buscar a Eli’. La nena estaba sentada mirando televisión, y sin más le enchufó el tiro por acá (señalándose el ojo izquierdo). Yo lo vi”, dijo la mujer, quien conoce la secuencia por comentarios de dos testigos presenciales.


   “Mi hermana le dice 'qué hiciste' y le habrá dicho algo más, y entonces ahí le pegó a ella un tiro por acá (tocándose la nuca), luego como ella quiso escapar le encajó otro por el costado y el restante en la espalda”.
   Inmediatamente el asesino “se llevó a la sobrina”. 36 horas después, Sáenz y la nena fueron hallados en un sector de Villarino Viejo.
   “Nosotros estábamos sepultando a mi hermana y a Eduardo, y viene alguien y dice ‘apareció, apareció’. En ese tiempo era todo descampado, la ciudad no estaba poblada como hoy. A la nena la buscaban con helicóptero por los campos, había policías por todos lados. Todos pensaban que iban a encontrar cualquier cosa; pero a Dios gracias no fue así. Ella apareció un poco deshidratada y tenía raspones en los pies, porque se fue descalza. Quizás la hizo correr varias horas, porque pasaron dos días hasta que los hallaron”, finalizó Bertina.

"Lindo día para matar"

   Pocas horas antes de la tragedia Sáenz entró al “taller de mi marido (Enrique Oejada), en Zapiola 2888. En ese lugar vivía  mi suegro y les dejaba que ahí tuvieran su carpintería Pablo y Mario, hermanos de este hombre. Ahí preguntó por ellos a la persona que estaba trabajando y le contestó 'no están'. El hombre dijo que también le preguntó '¿qué día es hoy?' y cuando le dijo 28 de diciembre, él (por Sáenz) respondió 'qué lindo día para matar'”, recuerda Bertina. 
   Reconoce que la familia sabía que tenía problemas mentales.
   “Esta era una persona que durante quince días o un mes hablaba como podemos estar haciéndolo nosotros, totalmente normal. Y en otros momentos el tipo era otra persona. Usted le hablaba y él escribía,” y recuerda que “en el Hospital Penna viejo lo trataron muchas veces. De ahí se escapó por la ventana”.

Inimputabilidad

   Hernán Antonio Sáenz Sciamaro no pudo ser juzgado por sus crímenes, ya que las pericias psiquiátricas que se le realizaron arrojaron como resultado que se trataba de una persona que no comprendió la criminalidad de sus actos. Por ese motivo, fue declarado inimputable y se ordenó su internación en la Unidad Neuropsiquiátrica de Seguridad Nº 10, de Melchor Romero.
   Allí permaneció hasta 2014, cuando la justicia Correccional de nuestra ciudad decretó el cese de la medida de seguridad, ya que había superado el máximo de la escala penal aplicable para el delito imputado (para la fecha de los hechos la prisión perpetua tenía un tope de 25 años). Por ello se decidió que continúe su internación fuera del Servicio Penitenciario y a disposición del Juzgado en lo Civil y Comercial Nº 7 de nuestra ciudad.
  Fuentes consultadas por "La Nueva." indicaron que Sáenz Sciamaro se encuentra actualmente alojado en el Hospital Neuropsiquiátrico Doctor Domingo Taraborelli, de Necochea, que cuenta con un régimen abierto, a disposición del Juzgado de Familia de esa ciudad.