Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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"Por qué a mi hija, por qué a mí": el dolor del padre de Agustina Bustos y el de Sandra Arbilla

Sandra fue asesinada mientras trabajaba en una verdulería. A Agustina la mataron para robarle la mochila.

Fotos: Rodrigo García-La Nueva.

   El papá de Agustina Bustos, Eduardo, y el de Sandra Arbilla, Roberto, hablaron hoy sobre cómo los afectaron los crímenes de sus hijas y cómo siguen sus vidas.

   "Por qué a mi hija, por qué a mí", se preguntan todos los días, piden que haya justicia y se acabe la inseguridad en Bahía Blanca.

   El 17 de febrero Sandra, de 31 años, fue acuchillada 34 veces mientras trabajaba en una verdulería del barrio Mariano Moreno.

   Por el caso no hay ningún detenido, aunque fueron indagados su pareja, Daniel Appelhanz, y Juan José Arizcuren, quien tuvo una actitud sospechosa tras el hecho.

   "Sandra no tenía que estar ahí, ella estaba de vacaciones pero la llamaron para que cubra un turno", cuenta Roberto a LU2.

   Roberto confiesa que para él todo fue muy raro y que hubo muchas coincidencias: "Quien tenía que estar en el lugar de Sandra era un familiar del dueño del comercio, pero media hora antes la llamaron para cubrirlo, es muy raro".

   Además, no duda que el asesino de Sandra buscaba a otra persona, pero la encontró a ella y la mató.

   "Un amigo del trabajo fue a la verdulería y la vio a mi hija tirada con unas frutas alrededor, pero cuando fui yo a la hora el lugar era un desastre", relató Roberto e insistió con que se borraron evidencias y no se buscaron pericias.

    Sandra le contaba a su papá que había aprietes por parte de los delegados de los verduleros: "Yo dudo hasta de mi sombra, pero nadie nos dice qué pasó".

   La ausencia de su hija se siente los fines de semana, en la silla vacía y en su habitación. "Sandra quería ser madre y le arrebataron ese sueño", lamenta su padre y no entiende que ella ya no esté.

   El 4 de abril Agustina, de 19, murió tras ser apuñalada cuando quisieron robarle la mochila en el barrio Rucci.

   En su momento estuvieron vinculados al caso tres chicos de 14, 15 y 17 años, pero días después detuvieron a Matías Moreno, de 18.

   Su papá siempre tuvo miedo a que le pase algo: "Siempre le pedía que se cuide, que no ande sola", contó.

   Ese día Agustina llegó de un viaje con amigas a Córdoba, Eduardo le dio un abrazo y se fue a trabajar a La Plata. A la noche lo llamaron y le dijeron que su hija estaba muerta.

   "Agustina era valiente, no tenía miedo, este mundo le quedaba chico", recuerda y reconoce que su principal refugio en este momento es su familia y sus amigos.

   Sin embargo, Eduardo no sabe si el hecho de su hija va a logar que estas cosas no ocurran más. Para él las penas tendrían que ser más duras, pero sabe que dentro de unos años el asesino de su hija va a estar caminando tranquilo por la calle.