Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Héroes sin después

por Miguel Angel Asad

Cuando uno mira  la Argentina que fuimos y la que pudimos ser y chocamos con este retazo de patria desperdiciada; cuando rumiamos las tribunas o los programas con cientos de “Durán Barba” multiplicados; cuando uno mira cuánta historia falsificada nos enseñaron y aún enseñan en los colegios; cuando uno piensa en que tenemos un presidente que merecería ser aplazado en historia declamando en las barbas del jefe de Granaderos que a San Martín lo “repatrió” nada menos que su enemigo acérrimo, el mulato González de Rivadavia, que había muerto 50 años antes
Cuando uno recuerda los consejos de nuestros viejos, que nos rompían las canicas con lo del respeto, con que las damas primero, con que no se vaya a ensuciar el alma con una mano en caja ajena; cuando nos llevamos cientos de años peleando entre nosotros mientras que nos devoran los de “ajuera”; cuando hace pocos años fue posible que Santa Evita se consumiera como una tea encendida por los más humildes; cuando uno piensa y vivió en los años 50 que Argentina fue una fiesta; cuando aviones navales  tuvieron su bautismo de fuego bombardeando Plaza de Mayo, matando  hermanos argentinos desarmados, pero que también tuvimos aviones  de la Fuerza Aérea que en Malvinas tuvieron el 2 de mayo de 1982 el bautismo de fuego contra los ingleses piratas, y que junto a hermanos del Perú hundieron al “Invencible” (nave insignia de la reina), aterrizamos en el hoy, en esta paz inmerecida, en esta hambruna neoliberal tampoco merecida, con este gobierno del venerable hermano tres puntos Mauricio, que veranea en casa de Mr. Lewis -el pirata usurpador del Lago Escondido-, un presidente que mandó al sacrificio mártir a 44 heroicos tripulantes del San Juan -sus desaparecidos vergonzantes-, a cuyas espaldas entrega la libertad de pesca con Inglaterra, más la desaparición del Instituto Antártico y libertad de vuelos a los piratas ingleses.
Cuando uno se indigna porque ese mismo “presidente ingeniero” ordenó a la banda de la Fuerza Aérea Argentina que tocara “Dios salve a la Reina” en el cumpleaños de esta;  o cuando se atraganta el alma  con estos curas vergonzantes de pedofilia o con el vergonzoso robo de un gobierno a los ahorros de los jubilados; cuando se hacen los sorprendidos para correr al FMI  y calcar los 12 puntos que Martínez de Hoz en 1976 firmó con Videla al mismo Fondo. 
¿Sorpresa? Nada de sorpresa, cuando desde esta misma columna hace meses anticipamos que el “Titanic” del tercer gobierno radical chocaría, que el dólar se iría a casi 30 pesos y que el barril de petrolero estaría en los 80 dólares. ¿Entonces? Viene bien que paremos un cacho y nos demos un respiro. Porque cuando uno mira  ya son las siete de la tarde; cuando uno mira ya es viernes; cuando uno mira se terminó el mes; cuando uno mira  se pasó el año; cuando uno mira se pasaron los años; cuando uno mira ya no sabemos por dónde andan nuestros amigos; cuando uno mira ya es tarde para volver atrás; o perdimos el amor de nuestra vida; o el Venerable Hermano Mauricio  se parece más a Franco; o aparece Cavallo y se fugan ocho mil millones de dólares rumbo a la madre patria.
Por eso, no dejes de hacer algo por falta de tiempo. No te distraigas porque tus hijos pronto crecerán y ya no serán tuyos, y algo tendrás que hacer con el tiempo que te va a sobrar. Habrá llegado el tiempo que no vuelve jamás; es entonces preciso eliminar el después: después te llamo, después lo hago, después lo digo, después cambio. Nunca más dejar todo para después; porque después el café se enfría, la prioridad cambia, el encanto se pierde; temprano trueca en tarde, la añoranza pasa, las cosas cambian, los hijos crecen, la gente envejece, el día es noche, después la vida se acaba. No dejes nada para después, porque “hasta el mismo Dios golpea, pasa y no vuelve” y te podés perder los mejores momentos,las mejores experiencias, los mejores amigos, los mayores amores. Después puede ser tarde. 
El día es hoy.  Ojalá no lo dejes para después. No hagas como Mauricio, que a fuerza de dejarlo para después ya olvidó los 44 mártires que mando en el ARA San Juan a Malvinas.

Miguel Angel Asad es abogado. Vive en Bahía Blanca.