Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Midget: “Esta vez no hay vuelta atrás, me retiro...”, dijo Marcelo Weimann

Frustrado por la magra producción realizada en el estival pasado y cansado de tantos altibajos, el Narigón cuelga el casco. ¿Cumplirá con la promesa? ¿O quedará en la nada, como siempre?

Foto: Rocío Zabalza.

Por Tomás Arribas / tarribas@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa de hoy)

   ¿Un adiós o un hasta luego? Tratándose de Marcelo Weimann, nunca podrá saberse. Tantas veces el Narigón, guiado por la impotencia y frustración, amagó con colgar el casco, que lo enunciado a viva voz en marzo pasado cuesta creerlo...

   “¡Ya está! Estoy 100% seguro... Amagué dos o tres veces, y por eso mis amigos me gastan, pero esta vez no hay vuelta atrás, me retiro”, lanzó a boca de jarro.

   Por estilo y personalidad, Weimann rápidamente se ganó un lugar de prestigio en el Midget moderno. Tal es así que, al margen de los incesantes altibajos que caracterizaron su largo periplo deportivo, nunca perdió el catálogo de “candidato”.

   Ni siquiera durante el último certamen, donde los fierros no se acoplaron a sus cualidades y a su intacta ambición de gloria.

   De todas formas, a la estadística no hay con qué darle.Por primera vez en 18 años (debutó en la temporada 2000), el Narigón cerró un campeonato fuera de los 20 primeros (terminó 38°).

   Indudablemente, ello fue la gota que rebalsó el vaso para la "inamovible" decisión...

   “En un 90% tiene que ver con el aspecto deportivo. Para hacer un año más como yo quiero -argumentó Marcelo- tengo que gastar mucha más plata de la que vengo invirtiendo, porque sé qué hace falta para lograr pelear adelante. Además, no tengo detrás un grupo de gente como antes, cuando estaba mi hermano en la atención del auto”.

   —¿Nunca más?

   —Por ahora sería un hasta luego. Ojalá el próximo año se de y pueda volver. Para eso tendría que tener un auto bueno y listo para largar, de lo contrario, no volvería. Y nunca viví algo así, por eso no creo que me pase. Estoy en una etapa de mi carrera, donde armar dos gomas ya me resulta engorroso. Lo haría si tuviese todo listo para ir el viernes, sentarme y manejar. Aunque lo veo imposible.

   "Demasiados años corrí, casi siempre bien, pasando buenos y malos momentos, pero con la consciencia tranquila y sin nada que arrepentirme. Es una etapa que terminó. Estoy agradecido por todo lo vivido".

   —¿Sentís que dejás una huella en la categoría?

   —No sé, viste cómo es todo en esta categoría. Te chiflan todos o te aplauden, de acuerdo con lo que pase en cada carrera. Pero eso tiene que ver y pasa por el estilo particular de cada uno. Siempre acostumbré a tomar riesgos, acelerando a fondo y circulando por afuera. Creo que eso ayudó al espectáculo, que en definitiva es lo que quiere la gente.

   —¿Cuenta pendiente?

   —Haber salido campeón. No me olvido más la temporada 2005/06. Tenía el campeonato servido en bandeja, y por un piloto que volvió a correr en este invernal no pude ganarlo. Si no ocurría eso, lo ganaba una fecha antes del cierre.

   —¿Qué fue exactamente lo que pasó en ese momento?

   —Todo esto ya estaba armado desde boxes. Es mas, yo hablé con el comisario deportivo de entonces anticipándome a los hechos. Y pasó en la final, que este piloto (NdR: Cristian Nápoli) me tocó, me sacó de carrera, yo pisé el palito y reaccioné. Sentí que quisieron emparejar el campeonato.

   ¿Habilidad o suerte?

   Una de las principales virtudes de Marcelo Weimann fue la precisión para soltar el embrague en la largada.

   "No hay secretos. Así como digo que uno nace para esto, con o sin talento para manejar, también lleva adentro esta especie de virtud; en este caso, soltar el embrague un cachito antes que el resto. Además, los autos que manejaba mi hermano siempre largaron bien", destacó.

   Querido o resistido, indudablemente Weimann será recordado como uno de los grandes batalladores del Midget moderno. ¿Podrá ver las carreras de afuera?

“Ese fue el mejor auto que pude manejar”

   "¡Uhhh, mirá esa foto! Ese fue el mejor auto que manejé", lanzó nostálgico, Weimann, clavando la vista al dorado N°18 que corrió en su segunda temporada.

   A propósito, el Narigón tuvo su bautismo triunfal en la jornada apertura de dicho certamen; hecho inédito tratándose de un, por entonces, novato piloto...

   —Claramente, no te costó adaptarte al Midget...

   — Te diría que en la primera carrera que corrí, casi que anduve igual de rápido que hoy en día. Aceleraba mucho y manejaba como si tuviese 7 años de experiencia encima. Creo que esas cosas nacen en uno; es un talento innato. Yo miro a un debutante y en una fecha me doy cuenta si va a andar o no.

   "La primera vez que me subí a probar el primer auto, que se lo compramos a Raúl Pochón y me lo atendía Gustavo Benedetti, volqué. Nunca antes había visto un Midget de cerca y cuando me subí, me enloquecí; así terminé: di como diez vueltas en el aire", recordó.

   —¿Fueron más las alegrías o las tristezas?

   —Más allá de todas las amarguras que nos llevamos, se disfrutó mucho. Estoy agradecido de haberlo podido hacer durante 18 años ininterrumpidos, con buen apoyo y haciéndolo de la mejor forma.

   Dieciocho temporadas, un subcampeonato y 22 finales ganadas. Nada mal los números de Weimann.