Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Una caravana sin destino

por Nuria Monreal Delgado

El rostro más amargo de la caravana “viacrucis del migrante” es el de las mujeres, niños y personas mayores que desde hace más de quince días recorren con rumbo incierto México, en busca de un sueño americano que se convirtió en pesadilla.
Alrededor de mil migrantes, en su mayoría hondureños, permanecen en la ciudad de Puebla (centro del país) recibiendo asesoría sobre las solicitudes de asilo y refugio, a la espera de partir mañana hacia la Ciudad de México, donde ya se encuentra un reducido grupo de sus compañeros.
“Mi antigua pareja no acepta que tenga otra relación y me mandó matar, es de la Mara 18”, señala a Efe Olaine Genoveva Díaz, originaria de Guatemala.
Viaja en la caravana de migrantes con sus tres hijos de seis, tres y un año de edad, por miedo a que su expareja cumpla sus amenazas y termine con su vida.
El objetivo de la guatemalteca es llegar a Estados Unidos, no de manera ilegal, sino con un permiso de trabajo para poder estar segura con sus hijos y sacarlos adelante trabajando en el país norteamericano.
Respecto al despliegue de la Guardia Nacional en la frontera entre México y EE.UU. ordenado por el mandatario estadounidense, Donald Trump, la migrante lanza un mensaje: “Yo le digo al presidente Trump que tenga corazón, porque la gente no es como él piensa”.
“Él piensa que somos terroristas, pero vamos huyendo de la violencia, de lo que nos ha pasado, por eso vamos para allá”, agrega resignada Olaine.
La joven guatemalteca de 28 años era golpeada por su pareja, el cual señala que es madero (sicario) en Guatemala.
Aferrada a su fe, espera que el camino los lleve finalmente a un sitio seguro. “Confío en Dios porque el papá de la niña tiene muchos contactos y dice que me va a buscar”, confiesa con miedo.
El Albergue de los Desamparados en Puebla da cobijo a la mayoría de mujeres y niños de la caravana, que arrancó el pasado 25 de marzo de la sureña ciudad de Tapachula.
Entre ellas también se encuentra Irma Viviana Reyes, la mujer de mayor edad de la caravana.
“Tengo dos (años) para los 80”, señala a Efe Irma, originaria de Guatemala.
Viaja en compañía de su hijo tras más de siete años viviendo en Tapachula, perteneciente al estado de Chiapas.
Tiene dificultades para andar y problemas en la vista, por lo que se encuentra en silla de ruedas.
“Mi hijo dijo: vamos a apoyar a la caravana, para aprovechar y que te operen los ojos y sacar los papeles”, comenta a Efe, antes de asistir a uno de los talleres organizados en el marco de la caravana.
Al igual que ella, todos los inmigrantes reciben asesoramiento sobre su situación legal durante los días que permanecerán en Puebla.
Wendy Llameri García confía en el apoyo de las organizaciones para llegar a Estados Unidos. Originaria de Honduras, viaja con uno de sus hijos, y tuvo que huir de su país tras ser perseguida por el Gobierno por oponerse a la instalación de una empresa hidroeléctrica.
“Vine para darle una vida diferente a mis hijos y porque estaba metida en un problema con la policía”, señala a Efe Wendy.
Algunos de los integrantes de la caravana que llegaron de forma directa desde el estado de Oaxaca a la Ciudad de México, sin pasar por Puebla, se manifestaron hoy en el emblemático Ángel de la Independencia y ante la embajada estadounidense para protestar contra el endurecimiento de las políticas migratorias.
Cuando la próxima semana la caravana finalice sus actividades en la capital, Pueblo Sin Fronteras, organizadora de esta iniciativa que se realiza anualmente desde 2010, dará por terminada la movilización, y aquellos participantes que lo deseen podrán continuar su rumbo hacia Estados Unidos, pero de manera individual.
En un principio, su intención era llegar hasta la frontera, pero esta idea fue descartada por los organizadores cuando constataron el elevado número de niños participantes, aproximadamente 300.

Nuria Monreal Delgado es periodista de la agencia EFE.