Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Un monumento que marca un camino

Hace pocos días quedó inaugurado en La Plata -ën la plaza Moreno, la principal de la capital bonaerense-, un monumento a Raúl Alfonsín, presidente de los argentinos entre 1983 y 1989, el que abrió el “regreso de la democracia” luego del penoso y devastador gobierno militar.
No es un hecho menor, por cierto, que los argentinos evoquen a expresidentes, en un país en el que las pujas políticas, los rencores y los enconos se extienden por generaciones y generaciones, sin que se pueda valorar y reconocer el papel que, con sus aciertos y errores, les correspondió cumplir a algunos ciudadanos.
Alfonsín fue uno de esos hombres, que emociona todavía cuando se lo escucha en su histórico discurso de cierre de campaña, recitando el preámbulo de la Constitución Nacional. Que al frente de una democracia que daba sus primeros pasos decidió juzgar a los militares y enfrentó intentos de golpe de Estado.
Tarea de estudiosos y analistas será considerar su gobierno, que supo de severos problemas económicos y que debió entregar el mando antes de lo previsto a otro presidente electo, Carlos Menem, buscando poner punto final a un conjunto de situaciones preocupantes.
La inauguración del monumento contó con representantes de distintos sectores de la política. La gobernadora bonarense, María Eugenia Vidal, destacó la valentía de Alfonsín para defender los derechos humanos. “Tenemos que aprender unos de otros, y eso es un legado que nos dejó”, señaló.
Marcos Peña, el jefe de Gabinete del presidente Mauricio Macri, indicó que su obra “tiene que ser un recordatorio de qué queremos ser como ciudadanos, qué tipo de Argentina queremos dejar para nuestros hijos”,
Hubo algunas voces críticas acerca de la figura elegida para llevar al pedestal, ya que muestra a Alfonsín en la caminata que realizó en 1989 en la quinta presidencial, cuando acordó la entrega anticipada del mando, en un momento acaso dramático para el hombre de Chascomús.
Lo trascendente es que la historia y los lugares cuenten con estos homenajes, que superen la barrera de decenas de militares que pueblan plazas y paseos. Que civiles que asumieron ciertas responsabilidad sean reconocidos, con sus errores y aciertos, que el bronce no los haga perfectos, sino que los valore como tales.