Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Un monumento que es un peligro

Cerca de cumplirse los veinte años de su colocación, el monumento a la Mujer ubicado en el Paseo homónimo, a pocos metros de calle Florida, se sigue cayendo a pedazos, sin que nadie tome cartas en el asunto.
Se trata de una obra de la artista Marina Aráoz, montada a partir de una estructura de hierro, revestida con material aplicado y que representa a la unión familiar, alegórica a una madre, un padre y un hijo, en estrecha unión.
Desde hace un par de años han comenzado a desprenderse partes de la obra. 
El recubrimiento, una suerte de revoque de poco más de un centímetro de espesor, suele caer desde la parte más alta, en grandes paños, siendo claramente un factor de riesgo para cualquiera que transite por el lugar.
Su ubicación en uno de los paseos más transitados de la ciudad, el estar montado sobre un pedestal donde es habitual ver personas sentadas tomando mate, charlando, es motivo de preocupación, ya que una eventual caída de material los puede afectar de manera severa. 
La municipalidad de Bahía Blanca no ha acusado recibo de la situación. No sólo no ha intervenido -lo cual ha generado que la afectación de la obra sea cada vez mayor-, sino que además no da una respuesta sobre qué actitud tomará, ni tampoco se ha ocupado de señalizar el lugar para impedir que la gente se acerque.
Apenas ha colocado, meses atrás, una cinta plástica a manera de cerco, a la cual el viento se encargó de volar en pocos días. 
No hay ningún cartel de alerta o algo que al menos actúe como un elemento de prevención hasta tanto se resuelva qué hacer con la obra.
Es claro que cualquier accidente que pueda ocurrir no será calificado como tal, porque hace demasiado tiempo que ha comenzado la rotura y nadie puede decir que no ha tomado conocimiento de la situación. 
Lo único claro es la falta de respuesta desde las áreas de espacio público e infraestructura, los dos sitios que debieran tomar cartas en el asunto.
Fuera de este (preocupante) caso, sigue siendo inexistente una política de mantenimiento y conservación de los monumentos de la ciudad, los cuales por estar al aire libre exigen una atención permanente para anticipar situaciones como la descripta.