Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Rober y Pao: luchadoras incansables y dos mamás para Matías

Superaron juntas muchas adversidades: fueron víctimas de la violencia de género pero recuperaron la sonrisa. Luchadoras incansables, fundaron un comedor en Villa Nocito y hoy comparten la maternidad.

   Anahí González Pau / agonzalez@lanueva.com

   Roberta Pirchio, la rubia, está maquillada; Paola Vergara, la morocha, a cara lavada. Una lleva tacos; la otra, chancletas. Roberta es mamá biológica de tres varones y madre del corazón de Stefi.

   Paola, su mejor amiga, no puede tener hijos.

   A simple vista estas hermanas de la vida que viven a una cuadra y media en el barrio Villa Nocito son el agua y el aceite pero tienen más similitudes que diferencias.

   Ambas tuvieron vidas muy duras, fueron víctimas de violencia de género y juntas lograron salir adelante ayudando a los demás.

   Fundaron un ropero comunitario, repartieron panes por los barrios más vulnerables, abrieron un merendero y luego el comedor Corazones Solidarios al que hoy asisten 130 niños de Villa Nocito, dos veces por semana.

   Como frutilla del postre “comparten” a Matías, hijo biológico de Roberta, quien decidió a los 14 años irse a vivir a lo de Pao.

   Todo se dio hace cinco años, de un día para otro.

   Mati se enteró de que Paola y su esposo Armando “Pocho” Décima (conocido por pedir donaciones en la esquina del Shopping para los chicos del barrio) iban a alojar en su casa, por unos meses, a dos estudiantes extranjeros por un intercambio cultural. 

   La pareja invitó a Matías a mudarse con ellos para que los acompañara a vivir esta experiencia.

   El tiempo pasó, el intercambio cultural terminó y Mati ya no quiso irse. Volvió a su casa pero solo para plantearle a su mamá que necesitaba volver con Pocho y Pao.

   Su mamá se quedó helada. No le gustaba la idea de verlo partir, pero no se negó. Lo habló son su amiga y cuando vio que las condiciones estaban dadas, accedió.

   Hoy Matías tiene 19 años, dos mamás y además ¡ganó también un papá!

   “Matías ama a Pao pero Pocho es intocable. Es su papá. Llegó en el momento justo para él”.

   El amor es mutuo. Pocho está realizando gestiones para darle el apellido, aunque no sea su papá biológico.

   “Siempre tuve terror de que a mi hijo le pasara algo y tal vez lo aferré demasiado a mí. Crecimos juntos. Él tenía 15 años y no sabía manejarse en colectivo. Yo lo asfixiaba”, contó Roberta. 

   Pao le enseñó a Mati a manejarse por la ciudad y a tener vida social pero sin libertinaje. 

   Actualmente, Matías se levanta todos los días muy temprano y concurre a su trabajo en la empresa Dassons S.A. También es fanático del kickboxing, deporte en el que lo anotó Paola. 

   Roberta nunca estuvo de acuerdo: “¡Quería matarla! Le dije: ¡Si le pasa algo va a ser tu culpa...!”.

 

 

   La rubia lo cuenta y la morocha ríe divertida aunque en aquel momento lloró.

   Hoy lo recuerdan entre mates y siguen tejiendo juntas una historia de amistad, coraje y solidaridad.

  Mamá adolescente

   Roberta quedó embarazada a los 16 años y nació Matías. Se mudó a vivir con el papá de su bebé poco después de dar a luz. Él mostraba ciertas actitudes de novio controlador y en la convivencia se volvió cada vez más violento. 

   “En la última paliza me bajó dos dientes de una patada. Hace un par de años cuando lo contaba todavía lloraba”, confió ella.

   Le prohibía hacer las compras, maquillarse, vestirse con determinada ropa y la sometía bajo amenazas para que no saliera de la casa.

   “Esto no te lo pongas”, “Es muy ajustado”, “No te tiñas el pelo”, “No te pintes”, eran las frases más comunes, acompañadas de insultos, preguntas inquisidoras y bofetadas.

   “Yo no quería esa vida para mí, ni para mi hijo. Por eso cuando Mati tenía un año, tomé coraje y me fui. Tuve que crecer de golpe y madurar muy temprano”, contó.

   Vivió un par de años con su mamá hasta que consiguió trabajar en casa de familia y así logró independizarse. Al tiempo conoció a su actual pareja, con quien tuvo dos hijos: Thiago y Lautaro.

   “Después de tener a Matías quise operarme para no tener más hijos porque las pastillas anticonceptivas no funcionaban para mí pero los médicos me decían que era muy joven y nadie me quiso operar”, contó.

   Su nueva pareja enfrentaba una profunda adicción al alcohol y sacar adelante el hogar sola con tres hijos fue muy duro para Roberta. 

   “Hace siete años que está limpio. Tuvo un accidente y dejó la bebida. Pasé momentos terribles”, contó.

   “Había hecho los bolsos para irme. No daba más”, contó Roberta quien también se hizo cargo de Stefi, hija de su pareja, desde que tenía 7 años, ya que había perdido a su abuela, quien la criaba. 

   Para entonces, Paola ya era su mejor amiga y le dio apoyo y contención para que no bajara los brazos.  

   

   “Ella y Pocho me ayudaron siempre. He ido a su casa llorando por que a mí y a mis hijos nos mataba el hambre y ellos sacaban de su mesa para darnos. Voy a estar en deuda toda la vida”, dijo.

   Su amiga la sostuvo cuando creyó que sus problemas no tenían solución y cayó en una profunda crisis de angustia. 

   “Me abrió las puertas de su vida y de su corazón al igual que Pocho, un ser intachable. Es el primero en defenderme si me pasa algo o a mis hijos”, dijo.

   El amor de Mati

   "Con mi mamá compartimos muchas cosas, tomamos mate, charlamos, viene a verme todos los días", dijo Matías sobre Roberta. 

   "Siempre me tiene algo preparado cuando llego del laburo. Es una madre excelente", remarcó.

   Contó que una vez que se mudó con Pao y Pocho se sintió tan bien que ya no se quiso ir.

   "Encontré a un padre en Pocho y a mi tía Pao le digo vieja, porque es mi segunda mamá", señaló.

   "Pocho es  mi viejo y siempre le voy a decir papá. Cuando le dije que quería llevar su apellido se le cayeron las lágrimas", dijo.
 

   Una hermana para Pao

   “La vida me dio una familia que mejor perderla que encontrarla. Y Roberta es la hermana que Dios me dio. Me devolvió al esperanza. Podemos tener diferencias pero las arreglamos puertas adentro”, contó Pao.

   No son competitivas. Son muy diferentes. Complementarias.

   “Ella se pone extensiones y yo la acompaño ¡mientras tenga un carro choripanero afuera!”, dice Pao.

   Paola perdió a su papá a los 10 años y un año y pico después, a su mamá. Quedó a cargo de una hermana mayor que le dio educación pero fue distante y dura con ella.

   Cuando conoció a Pocho, su actual marido, estaba en una infeliz relación de pareja con otro hombre. Vivió maltrato psicológico, humillaciones. Vivía en una pensión en la que cuidaba a los hijos de las prostitutas que allí trabajaban.

   “Él -su anteror pareja- nunca me puso una mano encima pero me insultaba. Me decía gorda p..., sucia. Siempre me denigraba”, dijo.

   Cuando se separaron Pao empezó una relación con Pocho, que terminó en el altar. 

   Hace unos años Pao entró en un estado depresivo porque supo que no podía ser mamá, al menos no una mamá biológica. 

   “Estaba más gorda que ahora, muy angustiada. Comía y me acostaba”, confesó.

   “Roberta me dijo: No puedo verte así ¿Por qué no te levantás y haces algo que te guste?”, recordó.

   A Pao le encantaba el trabajo comunitario, ayudar a otros era lo que más feliz la hacía. Juntas concretaron varios proyectos que hoy llenan sus vidas. 

   Primero fundaron un ropero, luego sumaron un merendero y hoy llevan adelante el comedor Corazones Solidarios.  

   “Estuvimos remando solas unos cuatro años. No fue fácil. Al principio nos cerraban las puertas y se nos reían en la cara”, contó Roberta.

   En el comedor tienen un lema: cocinar para los chicos las mismas comidas que ellas comen.

   “No les damos ni legumbres ni polenta. Hacemos canelones, pollo al horno o al disco, estofado y pastel de papas, comidas que no tienen en sus casas”, dijo Paola.

   Están juntas mañana y tarde. Como Roberta vive a una cuadra y media y tanto el merendero como el comedor requieren de mucho trabajo, pasa mucho tiempo en lo de su amiga, ya sea para entregar bolsones de comida como para pelar papas o hacer la leche.

  Para colaborar con Corazones solidarios que funciona en Francia 2227, podés llamar al teléfono de Paola Vergara (0291) 155783197. 

   Maternidad. "Amo a Matías pero jamás quise invadir la maternidad de mi mejor amiga. Para Pocho, Matías es todo, da la vida por él", señaló Paola.