Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Taraifazos y cinismos

por Fermín Bertossi

Los tarifazos autorizados irracional e irresponsablemente sobre servicios públicos esenciales e imprescindibles para la vida misma, hacen a un claro y brutal ajuste, sin dimensión humana.
Estamos a merced de la prepotencia propia de algunos novatos políticos que, ignorando la realidad, actúan neciamente convencidos que a esta crisis sistémica nacional (de más de cincuenta años) la resuelven en un periquete; desafiando de tal manera más que peligrosamente modos y secuencias transicionales insoslayables en tanto rubrican su peculiar elogio a lo inoportuno.
La gestión política viene postergando acuerdos y coincidencias básicas que incluyan el común interés de superar tanto atraso existente en la penosa calidad de vida de demasiados argentinos: servicios públicos esenciales con tarifas justas y razonables, agua potable, nutrición y cloacas para todos, educación superior e inferior de calidad, empleo en blanco para todos, seguridad, defensa de la moneda y estabilidad monetaria, etc., todo lo cual al fin y al cabo es un NO rotundo al bien común entendido como fin absoluto y limite infranqueable de todo Estado, poder y funcionario.
La política no supo encontrar los medios idóneos más sensibles y apropiados en orden a superar los problemas más acuciantes. De ello da cuenta el cinismo en la ralentización  de una “agenda humana” que contemple concretamente la lucha contra la inflación, la corrupción, la pobreza, el analfabetismo, el hambre, la exclusión, la degradación ambiental; al menos para recomponer sus índices a los de la presidencia de Arturo Illia.
La política vernácula (cuyo costo no se toca ni se ajusta) en treinta y cinco años de gobiernos democráticos, tampoco supo forjar vínculos más efectivos y dinámicos en pro de vincular a argentinos, pymes y universidades con oportunidades, innovaciones, recursos y servicios disponibles, en pos de perforar con palpable movilidad social ascendente, mucho más que los inhumanos índices de pobreza e indigencia imperantes.
Entonces es hora de recuperar y acelerar nuestro desarrollo humano proponiéndonos una cultura de la satisfacción no solo para ese tercio de conciudadanos argentinos empobrecidos por la ineficiencia política, por la corrupción, por los enriquecimientos ilícitos públicos, privados y mixtos (todo ello en el país del pan); sino para las próximas generaciones.
En nada ayuda para ello la recurrente carencia de timing político y de transparencia (Aranguren, Dujovne, Caputo, Triaca & Cía.)  de la actual administración nacional según dan cuenta sus propias defraudaciones seriales de  expectativas: ¡No ajustaremos! ¡Primer semestre de 2016! ¡Pobreza 0! (rápidamente la bajaremos a un digito) ¡La inflación no es un problema! ¡No vamos a devaluar! ¡Los trabajadores no pagarán impuesto a las ganancias! ¡No va a haber ningún adulto mayor en la pobreza! ¡Créditos hipotecarios con tasa cero!
Asombra tanta insensibilidad e indiferencia en materia de precios y tarifas (desregulaciones de los combustibles, etc.) como las suprarregulaciones (tarifazos de gas, de electricidad, de agua potable, de transporte, de peajes, etc.).
Las desproporcionadas, injustas e irrazonables cargas tarifarias/tributarias que se nos pretende imponer por estos días hacen a un conjunto difuso modificable que también desaira el Acuerdo para un Nuevo Federalismo suscrito entre el presidente Mauricio Macri y los gobernadores argentinos (salvo el de San Luis). En ese acuerdo se estableció un esquema de eliminación gradual de la detracción del 15% de la masa de impuestos coparticipables, que desde 1997 se destinaba al ANSES; pacto que sólo perjudico a jubilados y pensionados, dado que  las irracionales tarifas, tasas e impuestos provinciales y municipales con posterioridad a la suscripción del Consenso Fiscal son un desacato y un crimen social.
Por último, evidentemente nos dormimos soñando con precipitaciones de dólares, soñando con que somos un país rico; soñando también que trabajarlo/reposicionarlo o no resulta intrascendente ya que podíamos y podemos –irracionalmente- vivir de un carísimo “fiado internacional”, no solo hipotecando injusta e intergeneracionalmente hasta nuestros nietos, si no ralentizando con toda incertidumbre la realización individual, personal y comunitaria hasta el punto de que la inquietud social que se viene fraguando podría no necesitar más que una pequeña dosis de provocación política como los tarifazos aludidos para estallar.

Fermín Bertossi es experto de la Coneau en cooperativismo.