Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

El silencio que todos deben escuchar

Alguna vez, las denominadas marchas del silencio se hicieron práctica reiterada en el país.
Cientos de personas marchando por las calles en reclamo de alguna conducta o respuesta específica, ensayando un sentido silencio, el cual en muchas ocasiones se escucha más que los gritos o cantos.
La semana última, Bahía Blanca fue testigo de una “Marcha de Luz”, que a la práctica de ser realizada en un absoluto silencio, sumó cientos de velas portadas por vecinos, familiares y allegados a distintas víctimas del tránsito.
En particular, acaso por la cercanía de los hechos y la juventud de las víctimas, se destacó la presencia de los padres de Matías Streitenberger y Facundo Saccoccia, ambos víctimas de accidentes de tránsito, en situaciones donde los conductores estaban bajo efecto del alcohol o de drogas.
“Estamos quebrados por el dolor, porque uno no de ja de sentir la ausencia de los chicos. Pero desde ese dolor exigimos cambios en Justicia y Seguridad. Eso pedimos”, manifestó Andrea Morini, la mamá de Matías.
Lo cierto es que en los últimos meses parecen haber recrudecido los accidentes de tránsito en la ciudad, con reiterados hechos entre peatones, motos y automóviles, la mayor parte de las veces consecuencia de conducir con más alcohol del permitido, también a velocidades inadecuadas, sin respetar otras conductas mínimas.
El intendente municipal, Héctor Gay, ha reconocido que “faltan controles” por parte de los inspectores municipales, aunque esa es una realidad que jamás se podrá modificar, simplemente porque la cantidad de vehículos que circulan por la ciudad en la cada vez más extensa trama urbana hace imposible establecer esa situación.  
Es importante asumir que hay mucha (y demasiada) culpa en quienes siguen conduciendo a pesar de haber bebido alguna copa de más, en quienes no respetan las velocidades máximas, en quienes no se concentran en el manejo y no entienden que tener un auto es, de alguna manera, tener un arma cargada.
No se exime el Estado de su rol, pero también debe ser más fuerte el reclamo a la propia sociedad para que corrija y mejore su conducta. 
Que seamos todos y cada uno responsables de nuestros actos. Más que control, hace falta conciencia. Mucha conciencia.