Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Tania por Discépolo

por Mario Minervino

Hace 86 años, en marzo de 1932, debutó en el cine Grand Splendid -Alsina 129- la cancionista Ana Luciano Divis, Tania, presentada por su marido, el múscio y compositor Enrique Santos Discépolo.
Pese a su aparente segundo plano, Discépolo ya había conquistado el cariño popular. Entre 1926 y 1929, Tita Merello, Azucena Maizani y Sofía Bozán habían estrenado tres sentidas creaciones suyas:  ¿Qué vachaché?, Esta noche me emborracho y Yira yira.
Los primeros días el espectáculo del Splendid se iniciaba con las picantes reflexiones de Discépolo, seguidas de las interpretaciones de Tania.
Pero el 27 de marzo, Discepolín festejaba sus 31 años, se estrenó “La historia del tango”. La obra, dirigida por el compositor, interpretaba tangos de cuatro épocas de la historia. Con la particular propuesta de que las tres primeras épocas -incluían El choclo, El chamuyo y Milonguita- estaban a cargo de intérpretes bahienses. La cuarta y última le correspondía a Tania, quien, acompañada por la orquesta típica Los 3 Virtuosos, cantaba Mi noche triste, Mariposa, Yira Yira y Madreselva. Se cerraba la función con la orquesta ejecutando La cumparsita.
Enrique Santos Discépolo escribió, en sus 50 años de vida, “apenas” 36 tangos, cuyas letras, al decir de los especialistas, “eran una implacable radiografía de la angustiada Argentina de los 30”.
Una noche de 1935, en la tibia mesa hogareña, su mano terminó de escribir la letra de un nuevo tango. 
No descansó hasta pulir los últimos versos y se los dio a Tania para que los leyera. 
Comenzaba así: “Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé; en el quinientos seis y en el dos mil también...”.
Discepolín murió horas antes de la Nochebuena de 1951. Tres años antes había escrito Cafetín de Buenos Aires, su último tango.